lunes, 31 de mayo de 2010

LA CRISÁLIDA



La crisis mundial en que vivimos tiene nombre propio en cada país, aquí debería llamarse crisálida, por el estado de quiescencia a que nos aboca el largo proceso metamórfico en que nos hallamos inmersos en el esfuerzo de constituirnos, o, cuando menos, definirnos de una vez como País.
La bronca dentro del capullo es ensordecedora. Y es que todas las comunidades en que está dividida España se postulan para ser la mariposa de sus sueños o el sueño de sus mariposas. El esfuerzo nos extravía y arruina como ciudadanos y como pueblo, impidiéndonos constituirnos en una sociedad moderna y capaz de afrontar los retos que el futuro nos plantea.
Podemos, por tanto, efectuar drásticos recortes presupuestarios a fin de remediar la deuda y sanear las cuentas, pero con ello no vamos a dar una solución definitiva al problema del que de verdad depende nuestro acceso y permanencia entre los estado soberanos, con peso específico y merecedores de respeto.

Urge pues que abandonemos el estado crisálida en que nos hallamos atascados para alcanzar el estado adulto en el que la historia nos reclama. En una palabra, es vital dejar cuanto antes atrás ese mariposear oculto del ego patrio al egoísmo patriótico para el sano esfuerzo de emerger sin complejos a la realidad que sin duda nos exige unidos para un esfuerzo que transcienda lo meramente ancestral, que encarna siempre la posibilidad, para situarnos por fin en la exacta medida de lo posible.

lunes, 24 de mayo de 2010

IMPUESTO CON CLASE



El gobierno diseña un impuesto para millonarios, alejado de la grosera recaudación y acorde con tan glamurosa grey. A publicar en una exclusiva y cuidada edición del BOE, redactado para la ocasión por un virtuoso de la pluma en grave tipografía gótica, a fin de poner música y elegancia a la siempre mustia prosa legislativa. Evitando toda connotación peyorativa o catalogación coercitiva, y sin hacer mención al tipo de gravamen o cantidad a desembolsar porque es de mal gusto hablar del vil metal en tan enojosos términos. Será su impuesto y esa exclusividad razón más que suficiente para que todos y cada uno de los ellos se dignen en donar a las arcas del Estado la cantidad que estimen oportuna y conveniente.
Y en el hipotético caso de que se muestren parcos en la aportación o remisos a adoptarlo siempre puede el gobierno registrarlo como selecto club privado con derecho de admisión, dotándolo de un logo irresistible y molón que sus socios puedan lucir en fiestas y saraos. Y como no, expedir el correspondiente carné de socio en el plástico original en que se imprime la visa oro, con límite en el límite exacto de nuestra capacidad de endeudamiento y valido para la zona euro y país del primer mundo.
Un impuesto típicamente clasista, al que no tengan acceso ni funcionarios ni pensionistas, ni gentes de mal vivir y peor perder. Un impuesto para millonarios, ojo, no millonario, quiero decir, testimonial a la par que chic.

martes, 18 de mayo de 2010

LOS RECORTADOS



Miles de ciudadanos se han convertido, por necesidad presupuestaria, en meras siluetas, sombras chinescas sobre el paredón de los sacrificios. Había que recortar, se imponía el recorte, quedaba sólo elegir el sujeto en este frondoso seto de insignes despilfarradores, de visibles sobrantes. No parecía difícil la elección, pero para que ir a lo visible si podemos talar impunes lo invisible. Y así se ha hecho, funcionarios y pensionistas van a pagar no la solución sino la cara de las soluciones que le demandan al presidente.
Cometido el dislate, pido clemencia para los recortados, que se entienda que si tirita al viento de la rabia su leve silueta no es porque sean malos ciudadanos, que son sólo curritos en legítima defensa de sus salarios o pensiones, hombres y mujeres en suma que no han de ser criminalizados porque un ciudadano vale siempre más que un gobierno, y más en este país de gobiernos que ejercen de ciudadanos y en esa conciencia se defienden de la posibilidad de ser ellos, como son, el necesario objeto de recorte.
No es precipitada, exagerada ni demagógica esta petición, se comenzará, lo sé, por rogarles comprensión, a continuación se les exigirá responsabilidad y sentido de solidaridad, para seguidamente pasar a insultarlos tachándolos de egoístas e insolidarios, en medio de una orgía de bromas, chascarrillos y chuscos sucedidos a fin de desprestigiarlos, eso sí, con talante y ánimo constructivo.

lunes, 10 de mayo de 2010

CULPAS Y MAGNITUDES



El agreste paisaje de la culpa se proyecta siempre en lo infinito para que esa calculada inconcreción nos permita vivir sin culpa a la orilla de los días.
El presidente de gobierno advierte a los especuladores que sus manejos no han de quedar impunes, sin entender que en ese mismo acto está él especulando por lo abstracto de la naturaleza e identidad de éstos, ¿qué son, quiénes son? Sin duda esos millones de honestos ahorradores que ordenan a sus gestores económicos que les consigan los beneficios más altos.
El primer precedente de esta huida comienza en la boca de los padres cuando en defensa de la conducta de sus hijos echan mano al socorridas “malas compañías”, seres nacidos para la culpa sobre los que nadie reclama paternidad.
A lo largo de la vida los ejemplos se suceden sin solución de continuidad. La culpa de la drogadicción nos repugna en los grandes narcotraficantes que se enriquece con su venta, mientras nos compadecemos de esa legión que la distribuye calle por calle. En las estafas piramidales ocurre otro tanto de lo mismo, abominamos del vértice pero nada decimos de la base que la sustenta y en verdad la ejecuta…
Nuestra inocencia es de está calaña, un ser incólume que sufre la voracidad del individuo o de una élite de malvados, antojándosenos nuestras maldades y culpas escasas e incapaces de hacer el menor daño. Sin querer entender que si esa premisa se cumpliera no sería ni tanta ni tan grave la culpa.

miércoles, 5 de mayo de 2010

EL HALAGO SINDICAL



Entendía hasta ahora que en cuestiones de voluntad y responsabilidad nada había más peligroso que el halago, y el sindicalismo es ambas cosas. Sin embargo, a día de hoy, sostengo que hay, en este perverso extravío, algo mucho más peligroso, la subvención y su posterior reparto, ese halago económico con el que se te compra no en la vanidad sino en la ambición.
Los sindicatos viven atrapados en esa fatídica dependencia, y en atención a ella se alejan del mandato social, la defensa de los interés de los trabajadores, para mostrarse sumisos a los gobiernos de turno, en una palabra, a los amos de la subvención. Lo que los convierte en meros elementos decorativos dentro del sistema democrático.
El primer paso hacia esa fatal deriva fue acceder a que el subsidio se constituyera en principio y fin de su existencia. La segunda consentir en ser apartados de sus puestos de trabajo, para ser liberados, una suerte de funcionariado que terminan por desconocer la problemática laboral de sus compañeros, y conocen a la perfección el sucio maquiavelismo partidista.
Es cierto que si tuviesen que mantenerse con las cuotas de los afiliados serían tal vez inviables, y quizá tal como están concebidos lo sean, y deban dejar vía libre a la libre expresión de las necesidades de los trabajadores, desde las fuerzas que les dan sus justas reivindicaciones.
Los sindicatos encarnan voluntad antes que ideología y responsabilidad antes que partidismo.