Es
de “bien nacidos ser agradecidos”, deseo
serlo y en ser estimo la generosa donación hecha por D. Amancio Ortega a Cáritas.
Cumplido
con el dicho, afirmo que no debiéramos olvidar que la caridad no es sino el
cardenal del látigo de la explotación, la cicatriz de la herida de la
desigualdad, el insulto amable de la injusticia social. No debiera ser pues un
estado sino un tránsito a liquidar. Y quien mejor para ello que D. Amancio y
esos otros hombres y prohombres que han hecho fortuna. Sin embargo, observo que
se dan al cultivo de tan frágil filantropía, olvidando que no fue la caridad
sino la oportunidad la que les brindo la posibilidad de gobernar imperios y
hombres. Y que en esa medida tal vez debieran devolverles a estos esa misma oportunidad
creando puestos de trabajo en condiciones laborales dignas. Empleos que les
permitan llevar a sus casas y a sus bocas un pan ganado con su sudor y no la indigna
limosna de la beneficencia.
Duele
sentirse criticado en tan magno gesto pero es que no casa con que se lleven sus
firmas a países subdesarrollados. Podía recordarles que “la caridad empieza por uno mismo”, pero no es el caso, el mismo
derecho que nosotros tienen esas personas a tal distinción, además, no lo hacen
sino a fin de recortar derechos que alumbraron a los hombres, también a Uds.,
de la caridad a la dignidad.
Redistribuyan
no regalen, sean solidarios no caritativos: ganaremos todos, también sus generosidades.