lunes, 10 de diciembre de 2012

“EL SEÑOR DE CABO”




      Junto al ex de la Patronal Díaz Ferrán fue detenido un individuo peculiar, más incluso que él, hombre capaz de concebir moral desde la amoralidad. Me refiero a Ángel de Cabo, de oficio liquidador, es decir, un “desemprendedor” de reconocida solvencia, como lo acredita la toma del control de empresas en ruina como Teconsa, Marsans o Nueva Rumasa.
      El proceder del Ángel liquidador y más aún la fe que ponen en él los necesitados de sus servicios, recuerda al Sr. Lobo de la película  “Pulp Fiction” de Tarantino. Un eficaz personaje dedicado a solucionar problemas extra legales.
      La ficción supera la realidad porque nace de ella y más en este ámbito donde nada es lo que parece ni aun cuando desaparece ante la cara de los atribulados acreedores.
Imaginemos que a un “honrado” empresario se le dispara la ambición y le levanta la tapa de los sesos a la empresa o conglomerado de ellas que dirige con el consiguiente enmerdarmiento de los restos. Llama al Sr.          Lobo que toma de inmediato  el control, poniendo a buen recaudo cuanto de valor reste de la quiebra y borrando el rastro de la menor irregularidad contable, torpeza legal o insolvencia profesional que pudiera existir y serle exigida. 
      Acabado el trabajo, el atribulado empresario le comenta entre el asombro y la emoción: “No puedo creer que esta sea mi piltrafa” y responde él, todo sensatez: “Bueno, pero no empecemos a chuparnos las pollas todavía”. Cierto, no debieron hacerlo.


lunes, 3 de diciembre de 2012

LA JUSTICIA DEL TAXIDERMISTA



   
       “Pleitos tengas aunque los ganes”, la malicia del dicho advierte sobre la ruinosa naturaleza del acto aun cuando nos es favorable. No obstante gustamos cumplir la maldición, tal vez sea el sino, quizás escasez de discernimiento.
      La justicia, llegada la democracia se tornó perezosa, lenta dicen, la lentitud es justa, exaspera  a todos por igual, lo que no se puede decir de ella que lo hace solo con quienes le urge.
      La culpa, repartida. Esos Ciudadanos más  interesados en obtener venganza que justicia. Los abogados por no denunciarla, el letargo les permitía mover más volumen de pleitos. Los jueces por maquillar la forma violando el fondo. La administración por ser, en la indolencia de su proceder, causa de innumerables litigios.           Los políticos por la ocurrencia legislativa y la indolente injerencia. Y los sectores intelectuales progresistas y conservadores, hombres todos de orden y etiqueta, por desentenderse de ella como servicio y utilizarla como piedra de escándalo de sus exquisitas conciencias y ariete en favor de sus popes.
       Y como colofón, las tasas, capaces de arruinar al litigante antes de que se inicie el proceso: todo un avance.
        Pudo ser más imaginativo el ministro y crear tribunales de bajo coste. O hacer uso de las nuevas tecnologías, twitter, por ejemplo, sentencias de ciento cuarenta caracteres notificadas en facebook. En una palabra, agilizarla no momificarla, y menos por la torpe vía del derecho de admisión.