lunes, 20 de mayo de 2013

DE CAÑETE A LA FAO




Días atrás M. A. Cañete, cesta de pesca y morral de agricultura del gobierno, no confundir con Chanquete (preservemos el mito). Alcanzó a atisbar la perversa ecuación hambre-excedentes, revelación que hizo pública en clave de ocurrencia, recomendando el consumo de productos caducados.
La FAO, lejos de enojarse, se descolgó aconsejando explorar el consumo de insectos para paliar el hambre en el mundo. Su peso institucional concita cierto respeto y la idea se percibe cargada de sentido común. Los insectos por diversos y numerosos suponen una fuente inagotable de alimentos. Además, no caducan. Pero a poco que profundices te das cuenta de lo absurdo de la situación, y es que desechamos miles de toneladas de alimentos por no reunir los criterios de calidad exigidos, y lo que es aún más grave, por cuestiones de estrategia de mercado. Alimentos que constituyen un auténtico problema medioambiental. La proliferación de grandes basureros amenaza con sepultarnos. No es, por tanto, razonable dejarlos pudrir a no ser que la perversa idea sea poder luego cazar y cocinar las moscas, coleópteros y demás bichos que se crían en ellos.
La esperanza es una boca desnutrida, porque la FAO no es sino una sucesión de Cañetes en el seno de la colmena zángana de la ONU. Yogures cumplidos y pelear hormigas para la fritanga nuestra de cada día, ya ves, lo que a ellos se les antoja innovador es en otros, cuando no necesidad vital, frugal cultura.







lunes, 6 de mayo de 2013

CENANDO A BIEN LADEN



      Ayer mastiqué mientras cenaba un documental sobra la caza de Bin Laden. Finalmente no lo ajustició: ni Rambo, ni Seaguel, ni Norris... Nadie llamó al Equipo A. Nada tuvo que ver el Capitán América, tampoco Superman. Fue el Tío Sam.
      Quien no pensaría viendo la naturalidad con que lo aceptó que no era sino mera ficción, puro entrenamiento. Sin embargo, no era “pictures” de la Paramout, ni “telefilm” de la Metro, sino serial oficial.
       Tanto es así que oficiaba mister Obama, a través del brazo de la CIA y de la mano de uno de esos comandos para purgas silenciosas. Esos que todo americano sabe que están ahí para cuando les aflija algún desconsuelo exterior y culposo poder exclamar “os vais a cagar”. Teniendo la certeza de que va a ser así y no un brindis al sol. En una palabra, que aquel que por sus méritos o deméritos le toque se va a ver ciscado por esos hombres adiestradas en el mejor de los casos para lo peor.
       En este caso le tocó a Bin Laden, esa oveja descarriada de la CIA que a la CIA regresa envuelto en celuloide. No era bueno, es cierto, pero semejaba humano. Aunque quizá ni eso, quizá era solo el croquis de un cruzada torcida, un trazo curvo, en definitiva, en la recta misión de enderezar el mundo. Porque de eso se trata, de expender orden aunque sea a fuerza de desordenar.
       Lo asesinaron y luego enterraron según el rito de su creencia y a otra cosa. Mientras, yo solo he conseguido cenar triste, entristecer la cena.