Falta de rentabilidad del carbón, esa es la sentencia que los condena a la amarga realidad de ser y sentirse inútiles y gravoso para nuestro maltrecho ser económico. Y ellos, veta mineral de carne y brava ternura se rebelan reivindicándose imprescindibles en su condición de hombres y trabajadores.
Hay seres que parecen condenados a nacer y morir en la grave falta de no merecer cuidado, así es con ellos, porque si despiadada fue la exigencia que los llevó a descender a las entrañas de la tierra en busca del negro motor de nuestra civilizada prosperidad, no lo es menos la injusta acusación que hoy recae sobre ellos.
El estado puede exigirles cordura en la protesta, resignación en la adversidad, desistimiento, en suma, de la defensa de una actividad fenecida. Por el contrario, un pueblo no puede hacerlo, por la sencilla razón de que son carne de su carne. Por eso, mientras ellos caminen ese pueblo ha de ser “los pies, los caballos y ese soplo de viento, que no sólo lo parece, sino, que continúa su canto en las pausas”, tal como advirtió el poeta.
Estupenda reflexión. Un abrazo.
ResponderEliminarEspaña es una mina llena de agujeros, un queso gruyere. Agujeros que no pueden ser achacados a los mineros, salvo aquellos productivos y útiles a la sociedad. Y sin embargo, como todos, van a pagar los desperfectos. La razón será su mejor aliada, pero nunca la razón de la fuerza; y mucho me temo que estén pensando, quienes nos gobiernan, en la única razón que consideran válida: la del metal, que no sale de esas minas. Tal vez conserven algunos bancos, en la falsa creencia de que allí nacen los euros.
ResponderEliminar.."veta mineral de carne y brava ternura.." Poesía épica en estado puro.
“Al final del túnel hay una Galatea que nos tiene locos de amor. Esa en la que trabajamos cada día y por la que respiramos, la que nos conecta y nos da la vida, aquella que nos espera en el hogar al finalizar la jornada y por la cual somos capaces de dejarnos la piel, los pulmones y hasta el mismo corazón en negros corredores de tizne negra. Cinceles de sudor que nos saben a gloria aunque nos mantengan esclavizados a quienes han sabido convertir la vida de los demás, la nuestra, en su principal activo contable.
ResponderEliminarPero ahora dicen que nuestros túneles no son rentables, ahora dicen que Venus nos ha abandonado, que la realidad es piedra, que no tenemos derecho a la vida. Dicen que más allá del dios inflexible que exige rendimiento económico todo es inútil y que caer por debajo del índice bursátil apropiado es sinónimo de morir y que nos corresponde quedar atrapados en el futuro de un carbón que ha quedado negro, frío e inerme.
¿Es que no va a haber una palabra de ánimo para este Pigmalión abandonado a su suerte?”
Algún día seremos ciudadanos responsables gobernados por personas responsables. Puede que no. Pero al menos la posibilidad de que así sea no debe de ser desechada. Es la semilla sobre la que podría llegar a crecer.
Todos somos un poco mineros, cada uno en su túnel. Tú lo sabes. Y todos necesitamos para vivir mantener viva nuestra Galatea. O morir en el intento.
Un saludo cordial.
Gracias hermano, los caminos de los soutos no dictaron amables secretos y horribles evidencias.
ResponderEliminarRecibe un fraternal abrazo.
Los bancos, amigo, son más cómodos y espaciosos, hubo un tiempo en que al pasar por la puerta de sus oficinas apetecía asomarse en gesto reverencioso, como si fuese catedral y no casa de mercadeo y usura. Éramos hijos de caja de ahorros y mercado de abastos. Digo esto porque, efectivamente buscamos salvar el banco porque del banco esperamos el milagro que solo le cabe dar a la tierra.
ResponderEliminarLos mineros son hijos de una necesidad, a día de hoy, saciada. pero como decírselo al corazón que llevan en el pecho.
Recibe un fraternal abrazo.
Entre hombre y el oficio se abre una grieta en la que habita agónico el Ser.
ResponderEliminarNos afanamos en insuflar vida en espacios creados para vivir, solo para eso.
Nos hemos extraviado FJavier, es eso, y como muy bien señalas solo nos queda la posibilidad, que no es poco, porque ella es la voz del durmiente, de ese que puede obrar el milagro de hacernos posibles.
Hermosa reflexión amigo.
Recibe un fraternal abrazo.