Voy
a ir a votar en favor de esos hombres y mujeres que sacrificaron su juventud a
la vieja causa de las nuevas generaciones. Que leyeron sin excesivo
aprovechamiento vastos tratados de ciencia política y filosofía ideológica. Que
memorizaron los aburridos discursos de sus líderes. Que batieron el cobre tras
las fotocopiadoras y las anodinas rutas del “recadeo”. Que se han cansado de
pegar carteles de caras baratas con colas caras. Que han mitineado hasta la
náusea. Que han estado en conciliábulos mayores y menores. Que han acudido a la
sede del partido a celebrar en las horas dulces y animar en las amargas. Que
han organizado cenas de perrunas adhesiones y también de hipócritas despedidas.
Que han besado culos y reído gracias sin asomo de ingenio. Que han puesto carne
y alma en diseñar las más falaces estrategias a la hora de copar poder. Que un
día renunciaron a ser ellos para ser una sigla. Que no distinguen ya entre el
partido y el estado, entre el estado y la sede. Que sienten la cabeza aturdida
de medias verdades, ambigüedades y demás instrumental demagógico adquirido. Que
en casa se les exige el fuero y también el huevo y en la calle honradez. A
esos, digo, hombres y mujeres que nos personifican en la peor de las batallas,
la de conquistar el poder y mantenerlo.
Decimos
de ellos, funcionarios de la utopía, que ya no nos representan, tal vez, pero
lo que por desgracia no podemos afirmar es que no se nos parecen.
José
Romero P. Seguín.
La voluntad puede ser perversa.
ResponderEliminarFraternal abrazo.
Todos en nuestra juventud pegamos locuras. Servidor lo hizo con el cadáver aún caliente de nuestro paisano; con convencimiento, con fe inquebrantable en los valores de la política. Ocho semanas fueron suficientes para apreciar lo absurdo de la empresa. Se puede vivir al margen del protagonismo, pero dices bien, somos sangre de su sangre, vicio de sus vicios, carne de su codicia. Que es la nuestra. Un hombre, un voto; un hombre, un precio.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Hermosa reflexión con la que cierras.
ResponderEliminarRecibe un fraternal abrazo.
Estupendo texto desbocado y veraz. Nos consuela creernos mejores... y solo se puede ser bueno si no se ha caido en la tentación del mal y esa tentación ha existido. De lo contrario, ningún valor tiene nuestra rectitud. Un abrazo.
ResponderEliminarD José Alfonso!!
ResponderEliminarLa verdad es que...en la actualidad, el acto del voto es un suicidio político y ético, ReCristo!!
PS: de las distintas acepciones de "vasto" me voy a quedar con "vacío", creo que encaja como un guante con el nivelazo ideológico y filosófico de tan sacrificados sujetos...y predicados!!
Saludos!!
Magnífica reflexión Antonio.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Recibe un fraternal abrazo.
Bien merecen Atila un escaño, quizá si hablara el escaño la cosas serían distintas pero nosotros somos hombres de salida de pata de banco.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Recibe un fraternal abrazo.