El gobierno advierte tímido de la quiebra, la oposición y los sindicatos la niegan. La dudosa piedad de esa mentira nos aleja de la cruel verdad que denuncian los hechos, exigiéndonos responsables.
El PSOE fue acusado de propasarse con los recortes, sin embargo, traza rayas rojas al gobierno en esta materia. Alertando, a su vez, de que tal política nos conduce a la ruina. La misma que ellos anunciaron y para la que dispusieron el mismo remedio.
Los sindicatos van por la segunda huelga general buscando imponer sus rayas, y exigiendo un referéndum para decidir sobre ella, como si fuese una opción.
Ante tan dispar visión cabe preguntarse, ¿quién miente? Si el gobierno tiene dinero habría que concluir que estaría aprovechando la situación para recortar derechos laborales y sociales. Algo a todas luces intolerable. Pero si de verdad no lo hay, qué grado de indolencia anima a quienes lo niegan.
La mentira es moneda de curso legal en la política, pero esta es intolerable porque la bancarrota no la corrige el dispendio, ni tampoco el dejar de pagar las deudas y más cuando se vive del préstamo.
Somos un pueblo adicto a la piedad de la mentira y a la mentira como la más tolerable de las verdades. Pero donde no hay no se puede sacar, certeza que no admite adicciones. Dejémonos pues de trazar líneas rojas y pongamos en práctica políticas que nos permitan delinear un Estado con autonomía y capacidad para satisfacer nuestras necesidades.
Es la desconfianza que se ha apoderado de todos nosotros, con motivos justificados. Y es un contradiós que nadie explica con suficiencia. ¿Vale de algo rescatar a la banca, con el fin de que repercuta en el crédito a los ciudadanos, mientras estos no puedan devolver el crédito? ¿Es indispensable rescatarla, o que cada palo aguante su vela, como hacemos cada uno de nosotros cuando nos toca?
ResponderEliminarLos dioses de las finanzas están completamente ausentes o cuando menos despistados y al no tener ideas, toman las decisiones fáciles. Porque por mucho que se duelan, es fácil tocar la tecla de los impuestos a los asalariados. Controlar, vigilar, ser efectivos es más costoso. Al "público en general" le cuesta creer que haya dinero para unos y no para otros. Falta poder de convicción. O tal vez sea difícil de explicar.
Bueno, esta misma tarde PSOE y PP han votado juntos tapar el asunto de los ERE. No me parece probable pues, que nadie vaya a poner en marcha políticas enfocadas al interés general porque los intereses privado son demasiado sustanciosos.
ResponderEliminarEste inicio de la crisis es la fase suave. En pocos años la crisis energética que se está gestando acabará con todo lo que actualmente conocemos. Los buenos tiempos pasarán a formar parte del acervo mitológico del que se nutrirán los sueños de las generaciones futuras; tiempos de leyenda... de cuando la Tierra estaba habitada por...otra especie!!
Saludos...apocalípticos!!
;))
Como bien dices, estimado José Alfonso, el mundo de la política es el mundo de la mentira. Más aún, es el escenario donde se representa una verdad ficticia con la que despojar al espectador de su realidad haciéndole esclavo de intereses infames.
ResponderEliminar"Todo es mentira. Todo lo que sentimos, lo que vemos. ¡Cuántas mentiras escupen! Nos quieren muertos o viviendo su mentira. Lo único que puede hacer aquí un hombre es encontrar algo que sea suyo, crear una isla sólo para él”. James Jones,
de “La delgada línea roja”.
De acuerdo, la ruina nos obliga al sacrificio pero, al menos, este debería ser equitativo.
Saludos
Gracias a los tres por vuestra presencia y esclarecedora aportación.
ResponderEliminarLa política no tiene más ciencia que la ciencia de la mentira.
Un fraternal abrazo .
D. José Alfonso!!
ResponderEliminarNo sé no sé...un griego del S V aeC le habría dicho que la ciencia de la mentira es la Demagogia...no la Política. Nosotros estamos inmersos en la era de la Demagogia...creada por unos para apaciguar y alienar a los otros. La era de la verdad está cerca...pero no sabemos cuán terrible va a ser...para ambos!!
Saludos!!
La demagogia exige un mínimo de finura intelectual, quizás era el pueblo quien la exigía, puede ser, pero a día de hoy vivimos en la más chabacana de sus formas, la más terrible de sus sumisiones, la de no hallar nadie mejor a quien confiar nuestra suerte social.
ResponderEliminarGracias por la precisión.
Recibe un fraternal abrazo.