miércoles, 20 de enero de 2010

NI ALIENACIÓN NI CONCIENCIA DE CLASE COOPERATIVISMO

Se habla de reformas laborales, de cambiar el sistema productivo, de producción sostenida, pero nada se dice de reformar la relación empleador y empleado, marcada por el desafío y la revancha.

Al amparo de esa lógica a períodos de explotación sin derecho siguieron otros de mal uso de esos derechos. Hoy les toca a los empresarios, de ellos es la fuerza, la que le da el temido cierre.

Para avanzar deberíamos abandonar unos la sombría senda de la conciencia de clase. Y los otros la clase como única conciencia.

La economía no es el motor de convivencia de las sociedades sino de sus necesidades, si lo son las iniciativas tendentes a evitar que el hecho de satisfacerlas se convierta en fuente de injusticia y conflicto. El bienestar de unos se asienta sobre el de los otros, estamos pues condenados a entendernos y que mejor confluencia que la del cooperativismo. Sólo a través de él se pueden conciliar las legítimas ambiciones del conjunto. Y alcanzar las cuotas de responsabilidad que tal equilibrio demanda para racionalizar la producción.

Los cambios en los sistemas productivos los promueven las propias necesidades de los mercados, las reformas laborales se resuelven en malos recortes y peores remiendos, y no cabe sostenibilidad en un sistema que gira sobre el eje de la suprema ambición y lo impulsa constante la beligerancia.

Profundizar en el desencuentro no conduce sino a la perpetuación del conflicto y la perpetua frustración.

José Romero P.Seguín

4 comentarios:

  1. Y los que producen el desencuentro y, con él, aumentan nuestra frustración, deberían ser reemplazados por quienes pudieran ofrecer soluciones y serenidad, D. José Alfonso.

    Abrumados por las hipotecas y los créditos los parados urbanitas arriendan sus balcones y terrazas.

    Parados urbanos, se alimentan de Cáritas y de sus huertos balconeros

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  2. D. José Alfonso, le parecerá que no tiene nada que ver este comentario con su entrada. Verá como sí.

    No hace mucho se inauguró en Madrid un suntuoso edificio: Los Teatros del Canal.

    Cultura. A precio de oro. Un proyecto para épocas de vacas gordas, abierto en momentos de vacas flacas.

    Siempre dije que ese edificio acabará reconvertido en gratuitos comedores sociales. Y para comer no hay clases.

    Abrazos, amigo mío.

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  3. Entiendo perfectamente el sentido de sus respuestas y reconozco en ellas la misma idea que anima mi entrada, el uso y el abuso no del gobierno sino del poder por parte de aquellos teniendo por obligación el gobernarnos se entretienen en abrir sedes de gobierno, también en la cultura, parece mentira pero esa así.
    Tiene Ud. razón cuando reclama sensatez y buen gobierno para estos tiempos en que la única que va camino de tener conciencia y clase va a ser el hambre.
    Le agradezco infinitamente su visita y sus dos comentarios.
    Reciba un fraternal abrazo.

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  4. Es usted aficionado por lo que veo, D. José Alfonso, a la carne trémula y no a al cuero restallante y musculado.

    Pero, por lo que leo en mi entrada sobre las gorditas, es usted, sobre todo, un respetuoso enamorado de la mujer como la necesaria mitad que complementa a los hombres.

    Mi afecto, para usted, amigo.

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