martes, 21 de diciembre de 2010

CRIMEN Y SOBERBIA



“Felipe González duda si hizo bien en no "volar" a la cúpula de ETA cuando tuvo ocasión.” Periódico el País, noviembre de 2010.

“Felipe González reconoce que "probablemente" hubiera "volado" a los etarras de Hipercor Barcelona si hubiera tenido la oportunidad.” Revista “Vanity Fair”, diciembre 2010.

Consuela pensar que las víctimas de ETA murieron por negarse a claudicar ante la intolerancia y el fanatismo de una banda de asesinos, y no por defender los ideales sin idea de un puñado de miserables.

Consuela saber que lo hicieron en defensa de esa democracia que sigue caracterizándose por su esencia participativa y por la fortaleza ética de su presencia, a la hora de conciliar el mayor número de voluntades en las tareas de gobierno y su firmeza en la defensa de los derechos humanos. Y no por esta farsa entre partidos y partidarios en la que hoy se debaten nuestras instituciones.

Consuela creer que lo hicieron por la idea de España concebida como la franca respuesta de una sociedad sana, abierta y plural a la legítima y necesaria idea de solidaridad entre los pueblos. Y no por esta España de la taifa y la rapiña.

Afirmo que consuela saber que todas y cada una de las miles de víctimas de ETA, no lo fueron, no lo son y no lo serán, por todos esos toscos remedos con que se disfraza hoy nuestro ideario. Soporte de idiotas en lo ideológico, nido de miserables en lo esencial y concepto discutido y discutible en lo crucial. Nada, desde luego, por lo que merezca la pena morir.

Las palabras del ex presidente Felipe González entorno a la guerra sucia, sin dejar de ser una cuenta más en el rosario de las constantes afrentas de la clase política hacia las víctimas y lo que representan, son de una gravedad intolerable, en la medida que, en la soberbia de mostrarse “decididor” mayor del Reino, las criminaliza al implicarlas en los sucios manejos de un gobierno que de ningún modo las representaba. Olvidando que ellas no jugaron a ser dioses y diablos en la criminal tarea de decidir sobre la vida de los demás, ni tomaron la justicia por su mano, ni tampoco medraron a costa de esa dialéctica entre malditos.

El ex presidente tenía en sus manos, para terminar con ETA y su entramado sociopolítico y económico, los instrumentos legales que le proporcionaba el Estado de Derecho. Sin embargo, los dejó organizarse hasta constituirse en un estado de terror dentro del terror de ese estado que a su sombra se gestaba. Tenía también en sus manos dotar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de los medios necesarios para mejorar su capacidad de autoprotección y eficacia en la lucha antiterrorista, y en lugar de invertir en esa necesidad, opto por engrasar las cloacas del Estado para mayo y mejor engorde de las ratas que las habitaban. Pudo no compartir gobierno con el partido que llama a los terroristas soldados vascos, sin embargo, gobernó con él todos y cada uno de esos tormentosos días de plomo y funeral de contrabando. Pudo evitar que los terroristas obtuvieran beneficios penitenciarios, es más, pudo instaurar la cadena perpetua, pero esa decisión se le antojo excesiva, no así el consentir que le propusieran impunemente la comisión de un delito. Pudo, en definitiva, ser valiente y haberse responsabilizado en su día de ese criminal error que sólo a él y a su gobierno concernía, pero prefirió ocultarlo y anotarlo sin escrúpulo alguno en el debe y el haber de la democracia y la memoria de todos aquellos que combatieron y combaten a ETA con la ley en la mano y la limpia fortaleza de su rebeldía por bandera.

lunes, 13 de diciembre de 2010

SENSACIÓN DE SABER



Las revelaciones de WikiLeaks van camino de convertirse en una gigantesca estafa informativa, que pondrá fin a la ya maltrecha credibilidad de la noticia, de la fuente, del redactor y del medio.

Nadie podrá negar que no se veía venir, que La Red es un medio de información de masas tendente a confundirlo todo. Y como tal, el idóneo para acometer una campaña de desinformación por saturación de esta envergadura. La consigna, en lo elemental, es: No prohíbas decir, no te importe lo que digan, deja decir, deja que digan, es más, di, para que sea tanto lo dicho que nadie se escandalice cuando se diga algo de eso que de verdad no se debe decir ni conocer.

El instrumento ya existe, viene ahora la música, sin dosificar, en tromba y por temas: guerra de Irak, guerra de Afganistán, cotilleos de las cancillerías imperiales respecto a sus súbditos…

Por fin lo sabemos todo, eso pensamos, la sensación no puede ser otra. Bien, y ahora qué, esperar nuevas delaciones, más morbosas, escandalosas y delictuosas, sólo eso. Nada nuevo, formato, programa del corazón, pero con asuntos de estado.

Su efecto sedante nos ha de llevar a interesarnos en igual medida por los cuernos del famoso de turno, que por la cornada a los derechos humanos del turno político.

No digo que no importe saber, menos aún que no sea necesario, digo sólo que esto no es forma de conocer, y que no se hace para que conozcamos y entendamos sino para que aprendamos a ignorar.

domingo, 5 de diciembre de 2010

MAL DE OJO



El conflicto entre los controladores y el gobierno, me recuerda esos versos del poema, “Romance del Emplazado” de Lorca, que dicen: “Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo…” El ojo inmenso de las pocas caras, contra el pequeño ojo de los muchos rostros.
El de ellos, grande y lunado. Un ojo privilegiado, caprichoso y sectario. Uno ojo de poder y poderoso. Capaz de imponerse a millones de ojos. El ojo de las torres donde se guardan bajo siete llaves los rumbos y los destinos de los hombres. El ojo capaz de cegar los caminos del viento. El ojo de aviones y pilotos. El ojo controlador e incontrolado. El ojo del ser mimado por los cuidados miserables de falsos apaciguadores.
El del gobierno, el de la responsabilidad y la mesura. El ojo de la fuerza del derecho. El ojo que debe velar por nuestros ojos. El ojo gestor. El ojo que ha de mirar allí donde nadie quiere mirar. Un ojo de anticipación. Un ojo de templanza en la justicia. Un ojo, con el que hemos de tener ojo, porque no ha sabido mirar, porque ha hecho lo fácil, meter el dedo en el gran ojo a escasas horas de que los emplazados, los ciudadanos, iniciaran las vacaciones. Para después curar la herida a expensas de la libertad, la normalidad institucional y los derechos laborales.
Si había privilegios intolerables debieron ser abolidos a su debido tiempo y en su debida forma, y no buscar el tiempo y el modo en los más rancios manuales políticos e ideológicos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

“LA BALSA DE LA MEDUSA”



En 1816, la fragata francesa “Méduse” capitaneada por D. de Chaumereys, marino sin experiencia y elegido por favoritismo, se extravía y encalla en las costas de África. Ante la imposibilidad de reflotarla, la abandonan y buscan ganar la orilla, pero los botes sólo tienen capacidad para una parte de la tripulación, viéndose el resto en la necesidad de hacerlo a bordo de una rudimentaria balsa. Sin víveres y sin apenas espacio, Inician un viaje a los abismos de la degradación humana, (suicidios, asesinatos, canibalismo) que plasma con toda crudeza T. Géricault.
Imaginemos que esa embarcación se llama sistema financiero, que sus capitanes son tan ambiciosos como indolentes, que la nave vara en los manglares de su avaricia, y que pese a los costosos esfuerzos de los estados y organismos internacionales por salvarla, no se consigue y se ha de abandonar. Momento en el que una selecta minoría, entre ella los responsables del desastre, subirán a los botes, viéndose los demás en la necesidad de hacer frente al embravecido mar de la crisis a bordo de una endeble balsa. No es difícil imaginar el cuadro, hombres y mujeres acosados por el hambre, derribados junto a sus más elementales derechos sociales, exiliados de la solidaridad, ajenos a la caridad y obligados a la impiedad de devorarse para sobrevivir.
A ese naufragio se le llama crisis financiera, a la balsa, plan de rescate, y a la pesadilla del tránsito, recortes sociales.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA MARMITA DE PERONISMO




A un acto de humanidad le sucede invariablemente uno en sentido opuesto. Así parece estar escrito en aras de consumar la historia, terca en la tarea de repetirse hasta el hartazgo. En esa voluntad al rescate de los mineros chilenos, se contrapone el funeral de ex presidente argentino Néstor Kirchner, dos espectáculos lamentables, dos disímiles miradas sobre la humanidad y lo incierto de su destino. El primero encarnó una humana apuesta por la vida, manoseada por el descaro con que se disfrazó a aquellos humildes mineros de astronautas, al sólo objeto de que luciese el rescate y escamotear a la vez la cruda realidad en que vivían. El segundo, sin embargo, supuso un inhumano grito en favor de la muerte, porque humano es enterrar a nuestros muertos, pero de ningún modo lo es divinizar a un semejante, y eso fue lo que se hizo.
Asistí a los dos, imposible sustraerte, fragmentados ambos en las miles de imágenes que ofrecían machacones los noticiarios.
Durante la dantesca celebración del funeral de Néstor Kirchner, hubo un momento en el que se nos ofreció la imagen del enrojecido ataúd en una posición en la que sólo se veía uno de sus redondeados extremos, con sus ampulosas asas colgando, fugaz visión que me llevó a equivocarlo con una enorme y candente marmita, grosera pota, en cuyo interior reposaban algo más que los restos del fallecido, la pócima de futuros desconsuelos políticos para futuras desesperanzas sociales.

El infame brebaje con el que se va a nutrir el viejo peronismo “justicialista”, capaz de urdir mitología a ojos de una sociedad moderna, atea y culta, se fue destilando a fuego lento, durante ese eterno funeral de miradas acristaladas por costosas gafas de marca y barbas ralas. De calles llenas de gentes buscando acallar la evidencia que les gritaba, “ha muerto un hombre, sólo eso, y ese es el espacio de su ausencia”. De excesos insoportables en el halago y la teatralidad de la pérdida, como también en la pérfida idolatría del difunto.
Es así como forjan los pueblos sus cadenas, no conformándose con delegar en el líder, con dejarse liderar más allá de sus propias responsabilidades.
Afirmo, eso sí, que si en verdad él cargó con ellas, hicieron bien en salir a llorarlo, porque en ese caso algo esencial de ellos murió con Néstor. Pero si sólo fue un presidente electo, y no mesiánico y selecto como me temo, nada le debían que fuese más allá del humano dolor en la pérdida y el oficial reconocimiento que merece un muerto que se postuló un día para ser el primero en la tarea de gobierno y lo fue.
He visto antes estas tristes maneras en otros pueblos, también en el nuestro, creí entonces que era el miedo, creo hoy que es debilidad moral, desconfianza en nuestra propia naturaleza, indignidad en definitiva.
Viendo el espectáculo no era difícil adivinar, escondidos bajos los gabanes de todo pelaje que vestían los asistentes, las siluetas de los largos y ávidos cucharones que portaban. No han de tardar en meter cuchara en la olla para sacar tajada. Para el pueblo queda el infame caldo del siempre postergado reparto, ese elixir que ha de fluir a sus expensas, eterno y eternamente mágico a sus ojos y en sus bocas, en todas sus horas de esperanza y también en las de desesperanza.
A la marmita de Perón, la avivó la llama fúnebre de una joven Evita, ahora la agiganta el escuálido Néstor, mañana será la esmaltada Cristina, pasado tal vez Maradona, y suma y sigue. Que no pare la farsa

lunes, 1 de noviembre de 2010

UNO ENTRE MIL



Ha muerto el caballero sindical Marcelino Camacho. Petirrojo de humana hechura, que lucía como estandarte de dignidad, humilde peto de roja lana, bajo el que palpitaba pletórico de solidaridad su valiente corazón. Ese que lo guio concienzudo en la ardua batalla de la igualdad en derechos y libertades. Contienda que exige más que palabras e ideas, sacrificios y lealtades, para que ambas sean posibles.
No hemos perdido sólo a un sindicalista, sino a un idealista, en la medida en que defendía ideales que van más allá de la simple mejora salarial o el derecho laboral, esos que buscan cambiar los rumbos que propician esas tempestades, esos, que no son susceptibles de someter al necio criterio de una mesa de negociación, porque no son negociables. Ese ha de ser su precio, el de no ser el precio de nadie ni tampoco poner precio a nadie. Marcelino era un hombre entre mil, así lo certifico el injusto Proceso a que fue sometido. Un hombre que creía en lo que pensaba y pensaba en lo que creía, muchos son los hombres que no hacen ni una cosa ni la otra.
Este hombre de lanas y canas, tejió entorno así una leyenda de leal honestidad que debiera ser ejemplo para todos, compartamos o no sus ideas, porque un hombre leal y honesto es siempre un buen compañero de viaje. Su fortaleza y coraje, las otras dos virtudes que lo adornaban, cierran el círculo de su ejemplaridad en el ejemplo, convirtiéndolo en un hombre ejemplar.
Descanse en paz.

martes, 26 de octubre de 2010

DEIDADES DEMOCRÁTICAS


Los griegos quemaron sus mejores naves bajo el designio de un infausto rebaño de dioses, arquetipos mezquinos y rencorosos sumidos en constantes disputas e intrigas cortesanas que, no dudaban en hacer extensivas a la vida y la hacienda de los hombres. El divino paisaje se revelaba desolador para su futuro, sin embargo, cuando todo parecía perdido brotó de la mano de un grupo de hombres sabios una luz a la esperanza, la de la razón, el logos, el conocimiento, acabando con el mito que encarnaban los dioses y su carnada, los héroes, un maldición que les tenía atados a las entrañas de un mundo que se regía por la sinrazón de la idolatría.
La razón nos permitió narrar un mundo ajeno a aquel que describiera Homero, y sin embargo, a día de hoy hemos vuelto a decaer en la flaqueza de deificar y el vicio de lo heroico a la hora de valorar a ese conjunto de ciudadanos que nos gobiernan desde el Olimpo de la democracia. A su servicio y socorro acuden, sin atender a razones, los Homeros de los poderosos mass media que han apostado por ellos. De su mano se ensalza y ofende a unos y otros poniendo igual saña en la alabanza que en el insulto, de modo que en ambos casos los agrandan frente a los demás hombres. En esa vieja disyuntiva nos debatimos a la espera de que, de nuevo emerjan del silencio de la sabiduría, la ética y la independencia, un grupo de hombres capaces de alumbrar sino la razón, sí al menos el elemental sentido común.

martes, 19 de octubre de 2010

RESCATE Y ESPECTÁCULO



El rescate de los treinta y tres mineros chilenos profundiza en el arduo proceso de humanización a que nos debemos, en la medida en que sitúa el valor de la vida por encima de la mera rentabilidad económica. Apuesta que debería ser una constante en nuestras relaciones íntimas y sociales. Ningún objeto material o inmaterial puede estar por encima de nuestra vida y la de nuestros semejantes. Esencial regla que no siempre se cumple, de hecho, los mineros, como muchos otros trabajadores en todo el planeta, realizan faenas duras y arriesgadas al amparo sólo de su piel, fortaleza física y arrojo psíquico, en un acto de supremo egoísmo en el que la vida pierde la batalla frente a los valores que ordenan el mundo económico.
La mina trago a treinta y tres hombres desnudos, mal pagados y huérfanos de los más básicos instrumentos de seguridad en el trabajo, y ha devuelto a la luz de los días y los corazones queridos a un puñado de hombres que pertrechados de esa guisa más parecían astronautas que mineros.
Se habla de las secuelas físicas y psíquicas que van a padecer a causa de la dura experiencia vivida, y lo fue, pero no va a ser menos la de pasar de ser hijos del olvido a ser los hijos pródigos de políticos y magnates. El sofisticado despliegue de medios utilizados en el rescate y la teatralidad que lo rodea van a suponer para ellos un arcano de afecto difícilmente resoluble. Hay cariños que matan, seguramente porque no lo son.

jueves, 23 de septiembre de 2010

ASALTO A ILIÓN



Imaginemos nuestra particular Ilión (símbolo de ciudad asediada, perdida y saqueada) como ese espacio de encuentro y convivencia pacífica que a lo largo de la historia se nos ha negado una y otra vez. Que una y otra vez ha sido: discutida, vilipendiada, odiada, humillada, expoliada, alienada y confundida con tal saña que, ha acabado por forjarse en nuestro espíritu una idea de ella maldecida por todo un laberinto de insanas cautelas, por todo un corolario de objeciones preconcebidas, por todo un sin número de fobias hacia todo lo que en verdad representa.
Ha sido a lo largo de la historia infatigable piedra de exilio e injusticia. Campo asolado de guerras, siempre fratricidas. Asaltada una y otra vez por la envidia, la avaricia, el odio y el deseo de venganza. Rehén de reyezuelos decadentes, dictadores de la peor calaña y criminal talante, y oportunistas, voraces e improductivos politiquillos.
Es más, todos en algún momento, falsarios hasta la náusea, hemos vulnerado sus imaginarias defensas en nombre de los valores que la distinguen. Hasta hacer de ella la sombra que vela nuestra incapacidad para allanar los muros de todas las miserables fortalezas que nos habitan. Y como tal, se nos antoja odiosa e intransitable. Pero, mal que nos pese, no tenemos otra esperanza si esperanzados queremos habilitar espacios donde convivir espléndidos: en dignidad, justicia, libertad y tolerancia. Si de verdad queremos ser en lo cotidiano solidarios, y en el alba de la necesaria redistribución, equitativos. En una palabra, fraternales en las palabras y en los actos.
Con la muerte del dictador se abrió una puerta que jamás debimos cerrar, la de la esperanza. Esperanza en hacer de España un territorio en que cogiésemos todos, sobre la base de la democracia y los valores que la conforman. Pero en lugar de ello, elegimos el secular portazo de la rivalidad, de la controversia, del privilegio, de la tradición guerrera, de la maldición en la continua y encarnizada lucha por reivindicarnos lejos de ella. En la, tal vez, inocente creencia de que una Ilión, a la medida de nuestro corazón nos iba a confortar y sanar de los peligros que entraña lo local, cuando nos empeñamos en utilizarlo como instrumento de futuro con el que modelar la relación universal con los demás hombres y pueblos del mundo.
Porque, para qué engañarnos, tras el localismo no habita lo universal, sino lo ancestral, y en lo ancestral pervive el dogmatismo, el inmovilismo: teológico, ideológico y filosófico. Y de su mano nada nuevo va a salir de las nuestras. Se repetirá la historia en todas y cada una de sus secuencias, eso sí, en las bocas, palabras y actos de otros hombres y de otras mujeres, pero con los mismos trágicos resultados.
La catástrofe que vaticino no va a afectar tanto al poder adquisitivo como al poder espiritual. Va a ser una oportunidad perdida que aventará las semillas del más salvaje conservadurismo, del fanatismo político y religioso. Volveremos al dogma y a la inquisición. Retomaremos de nuevo morales sin ética, y ética sin racionalidad alguna. Habrán vencido de nuevo los viejos y caducos postulados sobre los que hoy se yerguen gloriosas de miserias las murallas que denigran el mundo, llenándolo de muerte, hambre, miedo y desolación.
Hoy, nos hallamos como un día los “acayos” que inspiraron a Homero, frente a la sagrada Ilión de la convivencia, dispuestos para la guerra, para el asalto final, en una palabra, para el saqueo. Y como en tan gloriosa obra, se podrían catalogar los reyezuelos, capitanes, barcos y guerreros que cada uno aporta a tan triste contienda. También redactar ditirámbicos versos sobre sus virtudes, y las de sus tierras, ciudades, vasallos y culturas que cada uno de ellos representan. Sí, se podrían glosar sin sonrojo sobre la razón que le da la raza, pero no así sobre la sinrazón de su presencia frente a la humana Ilión, con el pírrico afán de reducirla a cenizas.
Todos y cada uno de sus reyes, precedidos de su vasto sequito de gobierno, exigen para sus tierras privilegios y servidumbres, sin que ello escandalice a nadie. Se predica con descaro la desigualdad y la injusticia, y paradójicamente se les reconoce en esa exigencia utilidad y virtud. Todos y cada uno de ellos se proclaman capaces de vivir por su cuenta, sin embargo, se halla frente a las murallas de la Ilión de la convivencia dispuesto a reclamar lo suyo; y lo que es peor, a nombrarla culpa y culpable de su propia fatalidad, de su propia debilidad, de su propia incapacidad para gobernarse.
Todos tienen cubiertas sus necesidades institucionales, no se hallan, sin embargo, así las acuciantes necesidades de sus pueblos. Todos ellos tienen responsabilidades, pero ningún de ellos se siente responsable. Todos ellos vienen fascinados por la atávica tragedia que asola nuestro ánimo, con la voluntad inequívoca de derrotarse una vez más, y con ellos todos nosotros, frente a los fantasmales muros de un amantísimo espacio que no merece seguir siendo maldecido una y otra vez, por la intolerancia y el enfrentamiento.

domingo, 12 de septiembre de 2010

LA “CHUCHE” GENERAL



El líder de CCOO Fernández Toxo califica la huelga general convocada como “una gran putada”, desde esa convicción no cabe sino augurarle escaso éxito a la protesta. Qué buen ciudadano puede querer salir de su casa o de su puesto de trabajo para asistir a una penosa jornada en la que se va a representar una obra de pésimo guión y peor entraña. Una obra en la que el oficio se impone a la razón y la razón se le antoja bastarda a aquellos que la representan.
Una bufonada, eso va a ser, necesaria sólo para quienes tienen la obligación de moverse y pierden así la ocasión de posicionarse al lado de un gobierno hecho a su imagen y semejanza, con el que han compartido penas y panes, carne de su carne a la que ahora tienen que escupir a la cara por aquello del qué dirán.
Pero si Toxo la llora y maldice, que decir de Cándido Méndez, para el que ya ha sido un éxito en la medida de que el corto de Chiquilicuatre ha sido visionado y comentado por ciento de personas, y ha podido él corregir a Rajoy en eso de “las chuches” en vez de “los chuches”. La diferencia tiene su enjundia, porque el femenino plural denota ideas de progreso y sostenibilidad frente el rancio machismo del masculino plural.
Oyéndolos se tiene la sensación de que no tenemos remedio, de que todo esto no es sino una gran putada que se nos vende a modo de “chuche” para que vayamos endulzando una derrota que está ya escrita y representada en tan penosa escenificación.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

CASAS E IDEALES


CASAS E IDEALES
Atardecer costero en la rica barriada de algún lugar de la República Dominicana, dos jóvenes de color fijan sus ojos en la fachada de una de las muchas e impresionantes mansiones que devoran la línea de playa, y también el horizonte marino que la acaricia con su salobre docilidad. A caballo ambos entre la revolución y la ambición, se debaten entre la admiración que el refinamiento y el lujo les imponen y un sano ideal de justicia social. Sueñan, babas de lecturas revolucionarias, con un mundo más justo y equitativo. Un mundo en el que las casas de unos nos quepan dentro de las de los otros. En el que las viviendas de los hombres sean del tamaño de su dignidad y las de los perros de su necesidad. En el que las playas no sean privadas como los patios de vecindad, sino públicas como los campos elíseos de la fraternidad. Un mundo, digo, que sea mundo para todos, sino por igual si en partes iguales.
La conciencia les lleva a la reflexión social, la reflexión a la ingenua afirmación, “de qué desalmado capitoste será esta lujosa mansión”. Un guardia de seguridad metralleta en mano acecha su curiosidad. Ajenos ellos a esa inquietud siguen especulando sobre las maldades de un propietario al que suponen alejado de su ideario marxista. El guardia se les acerca y les ordena que “circulen”. ¿De quién es la chabola amigo?, interrogan ellos. “De una ministra socialista de española”, sentencia el vigilante. Y ellos: “¡Socialista…!”.

lunes, 9 de agosto de 2010

TIGRESAS Y MINISTROS



El gobierno, de la mano del ministro de interior se dispone a dividir a ETA debilitando el Estado de Derecho, porque, es cierto, las deserciones siembran el desanimo en sus filas, pero cuando estamos hablando de rebajar condenas y otorgar permisos que aún no corresponden, quizá no se estén produciendo deserciones sino que los miembros de la banda estén actúan dentro de una estrategia perfectamente planificada y orquestada con un único fin, poner en libertad o en disposición de disfrutar de beneficios penitenciarios a muchos de sus más sanguinarios miembros.
La aspiración de terminar con ETA es, además de legítima y necesaria, una mala tentación electoral, a qué partido no le gustaría lucir esa bandera. Pero cuidado con el precio a pagar, y es que puede darse el caso que sea más lo que perdamos que lo que ganemos, porque está en juego el respeto a algo más sagrado aún que la ley, el espíritu que la anima y por la que si merece luchar y morir: la dignidad, la justicia y la libertad, en su defensa han muerto cientos de hombres y mujeres que sin duda alguna nos representan, no en vano en ellos fuimos asesinados, en medida, todos.
La tentación es atarse a la paz por la paz y oficiar de tolerantes con esos que no lo han sido, en esa mascarada ciframos hoy nuestro prestigio democrático, de ahí sus histriónicas maneras y su memorizar a conveniencia. Y es que por el momento ellos avanzan en derechos y nosotros en renuncias.

martes, 3 de agosto de 2010

EJEMPLO Y EJEMPLARIDAD



Con mejor o peor tino nos vamos vacunando de todas las fiestas bárbaras, menos de esa eterna inclinación nuestra a la prohibición. Para qué concienciar o convencer si se puede prohibir aquello que nos escandaliza, o eso que hemos logrado convertir en escandaloso con el único fin de adquirir a través de esa inocua lucha relevancia social y sosiego personal. En una palabra, convertirnos en ciudadanos ejemplares defendiendo una causa esencialmente teatral en la que lo simbólico desborda lo meramente racional. En la defensa del toro, también en la del toreo, observo con preocupación el desarrollo de un misticismo que trasciende la esfera de lo individual para convertirse en una más de esas estériles contiendas sociales con las que acallamos las conciencias que nos exigen en la defensa de esenciales derechos y libertades que son vulnerados con toda impunidad y sin encontrar apenas resistencia.
Del peligro del faso ejemplar ya advirtió Ortega, y en verdad lo es, por esa afición suya a agigantar la causa con el único fin de hacerse él de esa justa medida y sentirse dentro de ella importante.
En el sabio manejo del escándalo y el rédito político han salvado el toro para un mundo en el que ya no tendrá sentido, no seré yo pues quien me sienta más civilizado porque sé que de estas heroicas gestas sólo obtienen beneficio aquellos que gustan del traje de luces y se lucen en las plazas que ocupan esta suerte de escandalizados.

jueves, 29 de julio de 2010

MIEDO A CONCIENCIA



La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil se halla inmersa en una huelga de bolígrafos caídos, en vez de denunciar informan. Esta civilizada forma de protesta ha sido calificada de salvaje. Inconcebible, siempre hemos criticado el carácter recaudatorio de su cometido y apostado por orientar su quehacer profesional hacia áreas de información y prevención, y ahora que lo ponen en práctica nos escandalizamos y no dudamos en calificarlo de intolerable. Sin embargo, juzgamos civilizado que los agentes se vean en la obligación de aplicar un cuadro de sanciones desproporcionado, que merma en su justa mitad el salario de un trabajador por el hecho de rebasar levemente el límite de velocidad establecido. Rebajada la cuantía en su justa mitad siempre que pagues en un plazo de veinte días y renuncias a formular alegaciones y recursos. La conciencia del legislador tiende a ser, como se ve, recaudatoria y coactiva.
De todos modos no quisiera enturbiar el ensalzado proceso de concienciación ciudadana, que según políticos y medios de comunicación nos ha llevado a comportarnos de forma responsable al volante. Yo en particular confieso que conduzco con más miedo que conciencia, tanto que a menudo transito atenazado por el estado de terror a que induce ese estado de mala conciencia. Y es que sólo reconozco como conciencia esa que me dice, debería preocuparte más la posibilidad de causar un accidente que la presencia de un radar.

martes, 20 de julio de 2010

LA NACION “INEM”



Las trompetas de las naciones vienen sonando fuerte, atronadoras se podría decir, durante todos estos eternos años de transición democrática, y lo hacen con un único fin, derribar las defensas de una amplia estructura social, más acorde sin duda con las necesidades reales del tiempo en que nos ha tocado vivir, que con las de esos idílicos tiempos que nutren nuestro plural imaginario, y dentro de ellas con el más elemental sentido de responsabilidad que debería guiarnos en tan ardua empresa.
Siguiendo esta tónica, monocorde y ruidosa, se celebró un nuevo debate sobre el estado de la no nación: España. Durante el cual: la mística, la épica y la mitología de esas sagradas naciones eclipsaron la toma de las esenciales decisiones que la gravedad de la situación demanda. Entre ellas, la de satisfacer las justas exigencias de la nación de quienes comparten: jerga, puchero y desesperanza, la de los parados, directamente entroncada con la de los jóvenes que malbaratan sus ilusiones a medio camino entre el paro, las oposiciones y el disparate de estudiar sin idea de nada a la espera de todo.
Sé que la trompeta de la nación “Inem” suena demagógica, sin embargo, tal percepción no niega su existencia, los parados existen, también los jóvenes sin empleo, son más de cuatro millones de hombres y mujeres en edad de trabajar. Tierra de nadie. Meros elementos del paisaje social con los que frivolizar en el aciago juego de “nacionalear”.

domingo, 11 de julio de 2010

“PAN, CIRCO Y CULEBRON”


El futbol es el circo de nuestros días, pero su práctica entraña veleidades y contingencias que pueden defraudarnos. Tratando de conjurarlas hemos ido más allá del “pan y circo” con que satirizo el poeta romano Juvenal añadiéndole “culebrón”, todo un signo de modernidad que nos permite salir del ancestral fatalismo que viene asediando nuestra más reciente épica nacional, esa que encarna y capitanea nuestra selección. Y es que hasta la fecha una vez se producía la debacle sólo nos quedaba agarrarnos al flagrante error arbitral, a la arbitrariedad de la diosa fortuna o a la rudeza y marrullería de los contrario, factores de justificación que no llegaban a satisfacer nuestras debilitadas ilusiones por su falta de recorrido y lo manido de su esencia.

Advertidos del peligro la cuestión se reducía a encontrar una fórmula que nos permitiera, en caso de ser eliminados del mundial, poder canalizar el desencanto hacia otra contingencia capaz de tejer un hilo de esperanza lo suficientemente fuerte como para poder transitar del desasosiego de la derrota a nuestra derrotada cotidianidad bajo un halo de romanticismo y pasión. Y en esa ambición de portera encontramos en la portería a Casillas y en la banda, a su novia, la reportera Sara Carbonero, la ocasión, no podemos negarlo, la pintan calva, si falla el pan, si desfallece el circo ahí están nuestro Tristán y nuestra Isolda, culebrón con los que nutrir la mitología futbolera.