jueves, 23 de septiembre de 2010
ASALTO A ILIÓN
Imaginemos nuestra particular Ilión (símbolo de ciudad asediada, perdida y saqueada) como ese espacio de encuentro y convivencia pacífica que a lo largo de la historia se nos ha negado una y otra vez. Que una y otra vez ha sido: discutida, vilipendiada, odiada, humillada, expoliada, alienada y confundida con tal saña que, ha acabado por forjarse en nuestro espíritu una idea de ella maldecida por todo un laberinto de insanas cautelas, por todo un corolario de objeciones preconcebidas, por todo un sin número de fobias hacia todo lo que en verdad representa.
Ha sido a lo largo de la historia infatigable piedra de exilio e injusticia. Campo asolado de guerras, siempre fratricidas. Asaltada una y otra vez por la envidia, la avaricia, el odio y el deseo de venganza. Rehén de reyezuelos decadentes, dictadores de la peor calaña y criminal talante, y oportunistas, voraces e improductivos politiquillos.
Es más, todos en algún momento, falsarios hasta la náusea, hemos vulnerado sus imaginarias defensas en nombre de los valores que la distinguen. Hasta hacer de ella la sombra que vela nuestra incapacidad para allanar los muros de todas las miserables fortalezas que nos habitan. Y como tal, se nos antoja odiosa e intransitable. Pero, mal que nos pese, no tenemos otra esperanza si esperanzados queremos habilitar espacios donde convivir espléndidos: en dignidad, justicia, libertad y tolerancia. Si de verdad queremos ser en lo cotidiano solidarios, y en el alba de la necesaria redistribución, equitativos. En una palabra, fraternales en las palabras y en los actos.
Con la muerte del dictador se abrió una puerta que jamás debimos cerrar, la de la esperanza. Esperanza en hacer de España un territorio en que cogiésemos todos, sobre la base de la democracia y los valores que la conforman. Pero en lugar de ello, elegimos el secular portazo de la rivalidad, de la controversia, del privilegio, de la tradición guerrera, de la maldición en la continua y encarnizada lucha por reivindicarnos lejos de ella. En la, tal vez, inocente creencia de que una Ilión, a la medida de nuestro corazón nos iba a confortar y sanar de los peligros que entraña lo local, cuando nos empeñamos en utilizarlo como instrumento de futuro con el que modelar la relación universal con los demás hombres y pueblos del mundo.
Porque, para qué engañarnos, tras el localismo no habita lo universal, sino lo ancestral, y en lo ancestral pervive el dogmatismo, el inmovilismo: teológico, ideológico y filosófico. Y de su mano nada nuevo va a salir de las nuestras. Se repetirá la historia en todas y cada una de sus secuencias, eso sí, en las bocas, palabras y actos de otros hombres y de otras mujeres, pero con los mismos trágicos resultados.
La catástrofe que vaticino no va a afectar tanto al poder adquisitivo como al poder espiritual. Va a ser una oportunidad perdida que aventará las semillas del más salvaje conservadurismo, del fanatismo político y religioso. Volveremos al dogma y a la inquisición. Retomaremos de nuevo morales sin ética, y ética sin racionalidad alguna. Habrán vencido de nuevo los viejos y caducos postulados sobre los que hoy se yerguen gloriosas de miserias las murallas que denigran el mundo, llenándolo de muerte, hambre, miedo y desolación.
Hoy, nos hallamos como un día los “acayos” que inspiraron a Homero, frente a la sagrada Ilión de la convivencia, dispuestos para la guerra, para el asalto final, en una palabra, para el saqueo. Y como en tan gloriosa obra, se podrían catalogar los reyezuelos, capitanes, barcos y guerreros que cada uno aporta a tan triste contienda. También redactar ditirámbicos versos sobre sus virtudes, y las de sus tierras, ciudades, vasallos y culturas que cada uno de ellos representan. Sí, se podrían glosar sin sonrojo sobre la razón que le da la raza, pero no así sobre la sinrazón de su presencia frente a la humana Ilión, con el pírrico afán de reducirla a cenizas.
Todos y cada uno de sus reyes, precedidos de su vasto sequito de gobierno, exigen para sus tierras privilegios y servidumbres, sin que ello escandalice a nadie. Se predica con descaro la desigualdad y la injusticia, y paradójicamente se les reconoce en esa exigencia utilidad y virtud. Todos y cada uno de ellos se proclaman capaces de vivir por su cuenta, sin embargo, se halla frente a las murallas de la Ilión de la convivencia dispuesto a reclamar lo suyo; y lo que es peor, a nombrarla culpa y culpable de su propia fatalidad, de su propia debilidad, de su propia incapacidad para gobernarse.
Todos tienen cubiertas sus necesidades institucionales, no se hallan, sin embargo, así las acuciantes necesidades de sus pueblos. Todos ellos tienen responsabilidades, pero ningún de ellos se siente responsable. Todos ellos vienen fascinados por la atávica tragedia que asola nuestro ánimo, con la voluntad inequívoca de derrotarse una vez más, y con ellos todos nosotros, frente a los fantasmales muros de un amantísimo espacio que no merece seguir siendo maldecido una y otra vez, por la intolerancia y el enfrentamiento.
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Jose Alfonso, necesito interiorizar todo lo leido; pero me quedo, detrás de toda esa relación de apocalipticas y ciertas vicisitudes de nuestra Ilión, con la inconfundible esperanza que dejas en tu filósofico escrito: este espacio nuestro no merece ser maldecido por la intolerancia y el enfrentamiento. Y añadiría la desidia.
ResponderEliminarY lo comentas en la esperanza de que el remedio sea contructivo, no destructivo. Como una súplica "a quien pueda interesar".
Tus letras merecen ser leídas y divulgadas. Sangras por ellas y lamentas el maltrato que a este gran espacio de convivencia le están propinando vividores y cainitas.
No me olvido de los localismos, que son como navajazos que nos propinamos una comunidad a otra en busca de mejor asiento. Buscando nuestra desigualdad más beneficiosa.
Es un placer pensar leyendo.
Gracias César por la paciencia de leer tan larga reflexión, y cómo no por tan cariñosas palabras.
ResponderEliminarMe gusta eso de la “desigualdad más beneficiosa”.
Lo cierto es que en estos días de tanta y tanta memoria al servicio de la desmemoria hemos olvidado rendir un sentido homenaje a la oportunidad perdida de hacer de España un espacio democrático de convivencia en el que reinase la libertad, imperase la justicia, fuese posible la dignidad y tuviese espacio el sentido común. En lugar de eso, entiendo que aprovechamos la ocasión para huir de ella bajo la disculpa de que representaba al dictador, de que era rancia y excluyente, haciéndole en ello la mayor de las concesiones a tan pérfido personaje, pues nada le da más razón que la razón de vernos como nos vemos divididos y atados a un mar de fronteras y egoísmos.
En fin amigo, es lo que toca y pese a que duele hemos de bailar a ese triste son.
Te reitero mi agradecimiento por contar con tu inteligente respuesta.
Recibe un fraternal abrazo.
Bestial Maestro!!...pero recuerda, Ilión no cayó sino por la avaricia...esa virtud tan humana que nos hace retroceder vertiginosamente cuando creemos avanzar.
ResponderEliminarSin duda nos encaminamos hacia otra Edad Oscura.
Saludos!!
Gracias amigo por leer con tanto cariño tan extensa reflexión, y por recordarme que la avaricia devoro la gloriosa Ciudad. La nuestra también peco de avaricia en su día, pero gravemente lo pagó, que diría Marco Antonio refiriéndose a César no el gallego sino el romano. La cuestión es que entiendo que hemos perdido una magnífica ocasión para hacerlo algo más por nosotros que hundirnos en un mar de avaricias.
ResponderEliminarMi agradecimiento y admiración.
Recibe un fraternal abrazo.
No se si es malo el independentismo,el nacionalismo que esta soplando en España cada vez mas fuerte, no se si el localismo es tan insano como describes.. No se si cuando mezclo todo lo que tu vehementemente opinas aquí, con lo que yo veo, oigo y leo en mi Comunidad, se discernir toda ese caos actual que describes como atávico ,ancestral, guerrero y destructivo. Y aunque no se, s´´i he reflexionado suficientemente sobre todo lo que magistralmente retratas , lo he sentido muy real. Muy ilustrador.
ResponderEliminar"Todos y cada uno de sus reyes, precedidos de su vasto sequito de gobierno, exigen para sus tierras privilegios y servidumbres, sin que ello escandalice a nadie. Se predica con descaro la desigualdad y la injusticia, y paradójicamente se les reconoce en esa exigencia utilidad y virtud"
Cada uno de los pueblos se siente suficientemente maravilloso como para aspirar a los mejores privilegios, prebendas, a las mejores riquezas y las mejores condiciones y el hecho de que los vecinos, en cambio, no tengan derecho a ello , los hacen sentirse mas maravillosos, mas exclusivos, diferentes.. ..lo que contraviene toda ilusión e idea de EQUIDAD, SOLIDARIDAD, IGUALDAD ,Y UNIVERSALIDAD. Cosa que no esta mal vista actualmente por muchos sectores por alguna razón extraña., pero es así.
.Como veras, vivo en duda permanente, pero no me instalo, construyo mi día a día sobre terreno de dudas.. Leo, escucho en todas las direcciones, peso, mido y acabo dirigiéndome en una dirección, sea o no la adecuada. Tus escritos siempre son valiosos para mi, por lo exhaustivos, cabales y profundos.
Abrazos!
Qué sería de nosotros sin la duda, nada bueno, eso seguro, al fin y al cabo lo que yo hago no es sino eso mismo dudar de la viabilidad de un sistema que se me antoja insostenible e insano.
ResponderEliminarMe agrada saber que cimientas el armazón de tus días sobre la firme roca de la duda, es esa firmeza la que te permite ir de un lado abierta a todo y también a tomar en su momento partido sin dudarlo. La vida al fin no es sino la certeza de una duda y vivir una duda cuajada de certezas.
Gracias por estar ahí y por todo el inmenso cariño que me transmites.
Recibe un fraternal abrazo.
Estimado Alfonso: Vengo a través del blog de Antoniatenea donde leí un interesantísimo comentario tuyo. Volveré a opinar con más sosiego.
ResponderEliminarBesos,
Rossi.
Es un placer tenerte por aquí, al igual que tus cariñosas palabras respecto a mi comentario.
ResponderEliminarEsta es tu casa.
Recibe un fraternal abrazo.