miércoles, 10 de noviembre de 2010
LA MARMITA DE PERONISMO
A un acto de humanidad le sucede invariablemente uno en sentido opuesto. Así parece estar escrito en aras de consumar la historia, terca en la tarea de repetirse hasta el hartazgo. En esa voluntad al rescate de los mineros chilenos, se contrapone el funeral de ex presidente argentino Néstor Kirchner, dos espectáculos lamentables, dos disímiles miradas sobre la humanidad y lo incierto de su destino. El primero encarnó una humana apuesta por la vida, manoseada por el descaro con que se disfrazó a aquellos humildes mineros de astronautas, al sólo objeto de que luciese el rescate y escamotear a la vez la cruda realidad en que vivían. El segundo, sin embargo, supuso un inhumano grito en favor de la muerte, porque humano es enterrar a nuestros muertos, pero de ningún modo lo es divinizar a un semejante, y eso fue lo que se hizo.
Asistí a los dos, imposible sustraerte, fragmentados ambos en las miles de imágenes que ofrecían machacones los noticiarios.
Durante la dantesca celebración del funeral de Néstor Kirchner, hubo un momento en el que se nos ofreció la imagen del enrojecido ataúd en una posición en la que sólo se veía uno de sus redondeados extremos, con sus ampulosas asas colgando, fugaz visión que me llevó a equivocarlo con una enorme y candente marmita, grosera pota, en cuyo interior reposaban algo más que los restos del fallecido, la pócima de futuros desconsuelos políticos para futuras desesperanzas sociales.
El infame brebaje con el que se va a nutrir el viejo peronismo “justicialista”, capaz de urdir mitología a ojos de una sociedad moderna, atea y culta, se fue destilando a fuego lento, durante ese eterno funeral de miradas acristaladas por costosas gafas de marca y barbas ralas. De calles llenas de gentes buscando acallar la evidencia que les gritaba, “ha muerto un hombre, sólo eso, y ese es el espacio de su ausencia”. De excesos insoportables en el halago y la teatralidad de la pérdida, como también en la pérfida idolatría del difunto.
Es así como forjan los pueblos sus cadenas, no conformándose con delegar en el líder, con dejarse liderar más allá de sus propias responsabilidades.
Afirmo, eso sí, que si en verdad él cargó con ellas, hicieron bien en salir a llorarlo, porque en ese caso algo esencial de ellos murió con Néstor. Pero si sólo fue un presidente electo, y no mesiánico y selecto como me temo, nada le debían que fuese más allá del humano dolor en la pérdida y el oficial reconocimiento que merece un muerto que se postuló un día para ser el primero en la tarea de gobierno y lo fue.
He visto antes estas tristes maneras en otros pueblos, también en el nuestro, creí entonces que era el miedo, creo hoy que es debilidad moral, desconfianza en nuestra propia naturaleza, indignidad en definitiva.
Viendo el espectáculo no era difícil adivinar, escondidos bajos los gabanes de todo pelaje que vestían los asistentes, las siluetas de los largos y ávidos cucharones que portaban. No han de tardar en meter cuchara en la olla para sacar tajada. Para el pueblo queda el infame caldo del siempre postergado reparto, ese elixir que ha de fluir a sus expensas, eterno y eternamente mágico a sus ojos y en sus bocas, en todas sus horas de esperanza y también en las de desesperanza.
A la marmita de Perón, la avivó la llama fúnebre de una joven Evita, ahora la agiganta el escuálido Néstor, mañana será la esmaltada Cristina, pasado tal vez Maradona, y suma y sigue. Que no pare la farsa
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Tu maestría e ingenio para desnudar los hechos mostrándonoslos tal cual, sin maquillajes ni retoques de photoshop me paralizan cuando leo tus comentarios .
ResponderEliminarA los mineros mientras fueron rescatados sí..que se les disfazó un poco, todo el acto se disfrazó casi de Odisea astronáutica para lucimiento del rescate y cortina de humo para las condiciones medievales en que trabajan esos mineros.
Y sí, muy cierto que el funeral de Kirchner parecía el de un faraón absurda y exageradamente pomposo para un público ateo y culto,presuntamente. Y dices:
"De excesos insoportables en el halago y la teatralidad de la pérdida.." ¡qué razón tienes...y qué razón cuando sólo se puede uno quedar uno perplejo de que esto ocurra y genial que califiques la causa del mismo de "debilidad moral, desconfianza en nuestra propia naturaleza, indignidad en definitiva".
Y para el pueblo ¿qué queda de todo esto? pan y circo como siempre.
¡¡Perfectamente de acuerdo con esa marmita Peronista que describes!!
Si tuviera que describir tu crudo y magnífico análisis pensaría en un escanner que nos muestra exactamente el interior pero con una plasticidad literaria sorprendente.
Sangramos por tantas heridas que tu frase "incierto futuro de la humanidad" pueda que se troque en algo cierto. Nos hemos acostumbrado a que nadie haga casi nada y en cuanto alguien hace lo más mínimo, cumpliendo así con su deber, lo elevamos a la categoría de dios inmortal hasta que, años más tarde, pasado el calor del duelo se descubra humano y lleno de imperfecciones. Tus certeros análisis duelen, en el sentido de que desnudan al ser humano mostrándolo tan frágil y dependiente que atemoriza pensarlo en obligaciones refrendarias en donde tenga que mostrarse cauto y sensato. Un hombre, un voto. Una muchedumbre anestesiada, un voto.
ResponderEliminarCoño, Jose Alfonso que yo empecé a bloguear por diversión y tu me haces pensar y ya he dicho, eso duele.
Saludos!
Querida Antonia, generosa presencia la tuya, siempre generosa y siempre inteligente, porque no es lo mismo describir lo que se percibe que describir esa percepción, ese paisaje de palabras que has de recorrer buscando hallarle razón, buscando hacerlo razonable y quizá también inteligible.
ResponderEliminarDecirte sólo que leer tu respuesta me llena de emoción y agradecimiento, y que en ella, y en la de César retomo un algo de esa fe perdida en la borrosa e ignominiosa visión de la masa.
Infinitas gracias por tu visita.
Recibe un fraternal abrazo.
Cuanta razón tienes al poner el acento, con esa fina ironía que te caracteriza, en el dramatismo de mis palabras, porque en el fondo lo hay, es una queja, sólo eso, una queja tal vez desmesurada que busca hallar consuelo lejos de la masa, y lo halla en tu comentario, también en el de Antonia, por lo demás dos análisis extremadamente lucidos y amigos como para no sentirlo.
ResponderEliminarQué decirte César, “una muchedumbre anestesiada, un voto”, leerte sólo y en esa hermosa soledad agradecerte tan claro entendimiento.
Recibe un fraternal abrazo.
D. José Alfonso, disfrute del flamenco hoy más que nunca.
ResponderEliminarUsted siempre me deslumbra con sus imágenes, querido, el "petirrojo sindical" me ha dejado patidifuso.
Un abrazo, amigo mío.
Infinitas gracias por su visita a tan humilde cuaderno y por el cariño de sus palabras.
ResponderEliminarReciba un fraternal abrazo.