domingo, 4 de septiembre de 2011

LA “AZNARIZACIÓN” DE ZAPATERO


Cuando Zapatero reclamaba volver al corazón de Europa, la izquierda aplaudía, afirmando que ese viejo corazón gastado de diplomáticas maldades era más seguro, generoso y estudiado que el del malvado yanqui: grosero, guerrero, intervencionista, imperialista, capitalista y analfabeto. Odiado corazón junto al que latía en ese tiempo el de un no menos odiado José María Aznar.

Sin embargo ahora que el presidente, de la mano de Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy, léase Alemania y Francia, da un paso hacia ese corazón la izquierda se moviliza, clamando contra esa deriva que se le antoja ventricular derecha e ilegítima, pese a que reclame algo tan sensato y lleno de juicio como es el fijar un techo de endeudamiento mediante mandato constitucional.

Quizá haya quien aún no se ha enterado, ahora que se ha enterado el presidente, que estamos quebrados, que la fiesta ha terminado, que ya no hay fondos de cohesión ni estructurales. Que el desbarajuste administrativo nos ha llevado a la ruina por la vía de hacer cada uno y en cada momento lo que le venía en gana y resultaba más rentable para mantenerse en el poder.

Algunos en su desafuero han llegado a tachar de golpista a este presiente que fue un día la prima dona de la paz, el muñidor de la alianza entre civilizaciones, el mirlo blanco de la tolerancia, el hombre, en definitiva, que más ha hecho por ocultarnos el mal trago de la crisis. Ver para creer, lo veo y no lo creo, si bien es cierto que desde el principio desconfié de que lo que más nos atraía de él no era el serio compromiso de profundizar en reformas de izquierdas que fuesen más allá de la manida cosmética ideológica que caracteriza a las socialdemocracias, sino ese cínico relativismo, ese selectivo eclecticismo y esa elegancia suya en la piadosa mentira a la hora de escamotearnos la realidad delante de nuestra propias narices a fin de que no soportase merma su prestigio ni sufriese nuestra exquisita sensibilidad social y de derecho.

Paradójicamente ahora que el bueno de José Luis se le ocurre que tal vez sea mejor para el País decir la verdad y actuar con la contundencia necesaria, se le antoja a estas buenas gentes que no merece la pena, que da pena, que debería llamarse José María, apellidarse Aznar y militar en el PP, para así poder criticarlo e insultarlo sin mala conciencia. Y llegado el caso, reclamar para él, su partido y partidarios, un cordón sanitario que les ahuyente de las instituciones y les conduzca al ostracismo.

Resulta igualmente esperpéntico oírles plañir por la falta de soberanía que entraña tal decisión, cuando no hace mucho el ser soberano del Estado se le antojaba tan franquista y anacrónico como la idea de España, frente a los según ellos modernos modos del nacionalismo más radical, sin importarles que sea en algunas de sus expresiones tradicionalista, oportunista y hasta racista. Y es que es acaso más progresista el hacer del nacionalismo en su constante acción de desgaste de la solidaridad y soberanía nacional que la decisión Francesa y Alemana de poner fin a esta locura de privilegios, fueros y desafueros presupuestarios a cuenta del erario público.

No es acaso legítimo que aquel que auxilia establezca algunas reglas en el juego. Entiendo que sí, es más, creo que si queremos ser europeos y que Europa sea una realidad en lo político además de en lo económico deben darse estos pasos.

Desconozco en nombre de qué derecho gritamos una razón que no es sino sinrazón, y lo sabemos, porque esa es a día de hoy nuestra realidad política, y es que por aquello de no saber digerir nuestro pasado, ni gestionar nuestro presente nos hemos convertido en un auténtico monstruo imposible de articular. El elefantiásico aparato administrativo que no asfixia así lo atestigua.

Si alguna objeción hago a Zapatero en esta última fase de su mandato, es en el hecho de no haber sido coherente ni con su acción de gobierno, ni con su perfil en las formas, ideológico si se quiere, y sé que son muchos los que quieren. Yo sostengo que no lo tiene, porque si lo tuviera se habría negado a tomar las medias que adopto y las que está adoptando. Sin embargo, lo ha hecho, por la sencilla razón de que ha entendido o le han hecho entender que eran más necesarias que sus principios. Entiendo que tal vez lo sean, porque de no ser así no cabe sino pensar que no habría dudado ni un segundo en reclamar las urnas para comprobar quienes estaban con él y quienes contra él en la odisea de oponerse a mercados y corazones por más europeos que sean.

No veo tampoco en la medida un afán acaparador de la clase política, sino todo lo contrario, un señalarse en la debilidad, como lo hacen los ludópatas a fin de que no les permitan el acceso a casinos y salas de juego, en su caso electorales y de gobierno. En una palabra, que no observo peligro en poner coto al desmán del despilfarro, pues no es criminal el ahorro sino el dispendio que nos empobrece.

Avergüenza, eso sí, observar como algo que entra dentro del más estricto sentido común y que debiera, por tanto, estar inscrito en la genética de toda política y de cada gobernante, haya de ser apuntado como si de un intrascendente recado se tratase.

Puedo estar de acuerdo con que nos llamen a referéndum, entendiendo que pese al coste económico en lo democrático siempre resulta rentable, en la medida en que nos implica a todos en la toma de decisiones, pero juro que lo habría agradecido más cuando nos endeudamos más allá de lo posible.

Ganado el juicio perdida la confianza, ese parece ser el signo de los gobernantes de esta nuestra España, nación de naciones, estado social y democrático de derecho a antojo de quienes parece tener más voluntad que coherencia.

6 comentarios:

  1. Ten en cuenta que en dos/tres años ibamos a ganar la champion li de la economia.
    saludos blogueros

    ResponderEliminar
  2. Nos pones, escritor, frente al espejo de nuestras contradicciones y a ellos, a los contrarios, a la clase política, en el lugar que les corresponde; el de figurar, mangonear, sobrevivir en la opulencia, pisando sobre nuestros intereses,ignorándolos en favor de los suyos hasta que, pásmate Saulo, caen del caballo y advierten de los peligros de haber hecho de su capa un sayo. Bien es cierto que no estamos libres de pecado, sobre todo por dimitir del pensamiento propio y creer en los sueños de mirlos blancos, bienintencionados pero sin curtir ni en una triste alcaldía de provincias; me parece que sin siquiera haber llevado las cuentas de casa. Y por supuesto sin un sólo apunte en esa libreta que nos reclamará el tendero. Esa libreta les enseñaría la necesidad de medir los gastos y adecuarlos a los ingresos y a estas horas no tendríamos melones que abrir con precipitación, con el consiguiente riesgo de cortarnos a causa de su resbaladiza piel.(La de los melones). O arriesgarnos a que, aprovechando el corte, todos quieran una rajita.
    Estoy de acuerdo en que hay que hacer lo que hay que hacer. Y también estoy de acuerdo en que no se debería de hacer, porque va de suyo el rigor en las cuentas y no la improvisación y los bandazos y nunca debimos haber llegado a este punto. Repartamos pues responsabilidades que siempre suelen empezar por el último causante.

    Gracias a tí por el "fachuco" que da luz.

    ResponderEliminar
  3. Reconozco que avanzo irremediablemente por el camino que aleja de la cordura y que a pesar de ello, o quizá por eso, cada vez la entiendo menos.
    Recuerdo una época no muy lejana en la que era preciso certificar la propia vida para demostrarla –ya se sabe, a fuerza de documentar verdades evidentes se aprende a certificar mentiras perfectamente convincentes- quizá en este hábito social resida la razón por la que la realidad termina siendo, si se quiere, tan solo una variante oficiosa de la ficción oficial.
    Libertad y justicia son dos palabras que parecen escribirse con tinta prestada y contabilizarse sobre unos libros mayor y diario cuyos dueños son amos de parques de atracciones y casinos. La rigurosa disciplina de las matemáticas se rinde al capricho del contable empeñado en una cábala infame. El dueño manda, el que paga decide, su versión obliga. Tiene documentos que lo acreditan.
    Los políticos se encargan de redactárselos y de poner las pólizas.

    Tu empeño en poner lógica, razón y coherencia sabe a bálsamo.

    Es un placer.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  4. Estimado Antonio, un hombre y sus sueños, no es más que eso. Bueno, quizá un hombre que nos quiso soñar a su imagen y semejanza, o lo que es peor un hombre al que soñaron un coro paternal de estúpidos para la posibilidad de una realidad de cuento de hadas y termino con las perdices y los días felices. Devaneos literarios, sólo eso, porque lo cierto es que este hombre no ha hecho si repetir los patrones de conducta de una sociedad que se creyó que lo de social y de derecho venía de serie y que no había que ganárselo con toda seriedad día tras día.
    Gracias por tu visita.
    Recibe un fraternal abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Este país Anónimo amigo necesita un pregonero no un apuntador, alguien que lejos de susurrarle la frase afortunada de la promesa facilona le grite la verdad.
    Te digo esto con una energía impropia, porque tú claro que lo sabes, pero a quién decírselo sino. En fin, que te lo digo ante el temor de que un día se nos olvide y comencemos a preguntarnos, cuajada la faz de ingenuidad, cómo ocurrió esto.
    Hablo de ese reparto de responsabilidades al que aludes, entendiendo que la primera de ellas es saber algo tan elemental como es el estado real de nuestras cuentas, sin cuentos y deducidos ya las alegrías, las declaraciones de intenciones y por supuesto las mentiras.
    Es un placer tenerte por aquí y un consuelo saberte ahí.
    Recibe un fraternal abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Los asientos de la evidencia producen efectivamente ese efecto, que terminemos todos sentados en la confianza de que tan superflua contabilidad nos avale en todos momento frente a la vida y también frente a nuestras responsabilidades sociales.
    Todo está escrito, nada aprendido, para qué si contamos con ese listado de buenas voluntades. Mejor atarnos al libro y decir, estoy soy, aun sin saber muy bien si es cierto. Lo universal nos avala y conforma en la razón, pero casualidades de la vida, esa materia no soporta ser catalogada sólo ejercida, de ahí su mala fama.
    Sabias reflexión amigo.

    ResponderEliminar