lunes, 3 de diciembre de 2012

LA JUSTICIA DEL TAXIDERMISTA



   
       “Pleitos tengas aunque los ganes”, la malicia del dicho advierte sobre la ruinosa naturaleza del acto aun cuando nos es favorable. No obstante gustamos cumplir la maldición, tal vez sea el sino, quizás escasez de discernimiento.
      La justicia, llegada la democracia se tornó perezosa, lenta dicen, la lentitud es justa, exaspera  a todos por igual, lo que no se puede decir de ella que lo hace solo con quienes le urge.
      La culpa, repartida. Esos Ciudadanos más  interesados en obtener venganza que justicia. Los abogados por no denunciarla, el letargo les permitía mover más volumen de pleitos. Los jueces por maquillar la forma violando el fondo. La administración por ser, en la indolencia de su proceder, causa de innumerables litigios.           Los políticos por la ocurrencia legislativa y la indolente injerencia. Y los sectores intelectuales progresistas y conservadores, hombres todos de orden y etiqueta, por desentenderse de ella como servicio y utilizarla como piedra de escándalo de sus exquisitas conciencias y ariete en favor de sus popes.
       Y como colofón, las tasas, capaces de arruinar al litigante antes de que se inicie el proceso: todo un avance.
        Pudo ser más imaginativo el ministro y crear tribunales de bajo coste. O hacer uso de las nuevas tecnologías, twitter, por ejemplo, sentencias de ciento cuarenta caracteres notificadas en facebook. En una palabra, agilizarla no momificarla, y menos por la torpe vía del derecho de admisión.

1 comentario:

  1. Qué podemos esperar de una justicia a la que le han vendado los ojos sino trompicones y retrasos. Es inconcebible pero me huele a siglo diecinueve, en sus frases relamidas en su manera de archivar los asuntos, en sus maneras en definitiva. En la Hacienda pública se pueden consultar todos los expedientes disponiendo de un certificado de usuario. Los jueces no pueden consultar una lista de encausados porque el sistema informático se lo impide. El juez ni siquiera puede controlar los expedientes que acaban todos saltándose el secreto sumarial y en los medios de comunicación afines o que más paguen.
    Y mira que a veces me da por pensar que únicamente el poder judicial puede poner orden en este caos de rapiña y contubernio político-bancario-empresarial.
    Tu lo dices mejor y sin encenderte. Pero es difícil.

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