martes, 11 de junio de 2013

“ES DE JUSTICIA”


El príncipe saudí Alwaleed bin Talal, miembro de la familia Real, emprendedor e inversionista internacional, con un patrimonio neto de más de 30.000 millones de dólares, anunciaba: entrecejo fruncido, ojos llorosos y ánimo turbado, la firme voluntad de denunciar a la revista Forbes. Esa donde lo ricos juegan a ver quién la tiene más grande, la fortuna, digo.
Ante lo frívolo de la publicación y su rectitud moral –hombre de fe– no resta sino temer lo peor. Alá ha sido ofendido en alguno de sus noventa y nueve nombres o en sus infinitas virtudes. Y si no ha sido blasfemia, se habrá infligido un nuevo agravio a sus hermanos palestinos, mermados por la vesánica maldad de los judíos; o producido alguna de esas injustas guerras o tropelías con las que el criminal Occidente, capitaneado por el diablo americano, masacra y niega el futuro a sus pueblos hermanos.
Es coherente, me digo, y a la vista de su pacífica forma de protestar, civilizado, mejor molar en tribunales que inmolarse en una taberna atestada de infieles curritos occidentales.
Pero a este hombre de la familia que más hace por el sostenimiento de la guerra santa y la expansión de la fe que la sostiene, lo que le irrita es haber sido situado en esa lista muy por debajo de donde por patrimonio le corresponde. Y uno no sabe si reír o llorar, no en vano su causa es la causa de que feroces soldados de Alá busquen al enemigo que tienen en casa en nuestras enflaquecidas casas.

4 comentarios:

  1. No conozco el caso, pero me recuerda a algo que me comentaba un profesor que tuve: si en lugar de amenazar con publicar una lista de defraudadores, elaborasen otra de quién paga más impuestos, el orgullo español se pelearía por estar en ella.

    Irónico y mordaz, a partes iguales de brillantes.

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  2. Cuando Ortega afirma “yo soy yo y mis circunstancias” lo que quiere decir es que la naturaleza humana es más que el yo pensante. En el caso que expones tan acertadamente, José Alfonso, me atrevería a decir que la mayoría de las veces el hombre es si acaso tan sólo un cúmulo de circunstancias, y ello gracias al poder desracionalizador del dinero. Sobre la naturaleza humana, mucho antes que Cristo, alguien había apuntado que la esencia del hombre es el mundo moral en el que vive; pero es que en la China del maestro Kong se creía que la mayor preocupación del Cielo era el bienestar de la gente ordinaria. La condición humana, dijo, se caracteriza por la discordia social que provoca el egoísmo. Para mí que hay algo en el convencionalismo de la circunstancia llamada propiedad que enferma al hombre hasta hacerle suficientemente estúpido como para olvidarse de Confucio.

    Gracias por hacernos pensar.
    Un cordial saludo.

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  3. No es mala idea lo de la lista. Si señor, que tribute el orgullo y no la humildad. Aunque cabe que nos fueran pocos los que ante esa disyuntiva se decidieran por ella por la vía de nombrarla depositaría de su orgullo.
    Gracias César por tu visita.
    Recibe un fraternal abrazo.

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  4. La propiedad es una impiedad, sin duda alguna. Así como la caridad es una propiedad, de ella nace.
    En el acto de tomar posesión de algo nos desposeemos y desposeemos a lo enajenado, luego todos perdemos algo que no es poco, sin por algo se tiene ser en uno y con los demás.
    Interesante e ilustrativa reflexión la tuya amigo.
    Recibe un fraternal abrazo.

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