domingo, 15 de febrero de 2009

LA LEVA DEL IDIOTA


(El ruido de la recluta atruena hoy a gallegos y vascos)

Se alza el telón, comienza el mitin, la obviedad es la consigna, la grosera descalificación el arte con que se adereza. Ruge la masa, se estremecen las gradas. La militancia obliga. Se impone elegir arma, nunca la de la razón, bueno estaría que hubiera que mostrarse juicioso teniendo por delante semejante disyuntiva de estúpidas evidencias.

Rendidos a la magia de tamaño desafuero, nos sentimos reclutados para la idiotez de turno, eso sí, con toda la solemnidad que el dislate requiere, y qué hacer, pues nada, dejarse ir, y más, cuando el hecho de flotar te convierte en un hermoso paquebote donde viajan las más exquisitas libertades, las más meritorias dignidades.

En está leva para idiotas en que se han convertido las elecciones, cabe además preguntarse por qué ese interés de unos y otros: políticos, obispos, banqueros, artistas…, por salvarnos, por hacernos ver su luz, cuando no se trata de vendernos nada, pues ninguno de los asuntos que aquí se tratan nos son ajenos, ni debería ser ajena la voluntad de los que no piensan como nosotros.

La elecciones no son, o no debiera ser, una misa cantada de antemano, ni una ópera bufa, ni un negocio, tampoco empresa que soporte el rudo manoseo que imprime el oficio, sino la sana y sencilla acción de elegir programas y gestores para el primer y definitivo acto social: el de la convivencia.

Se impone por ello hallar candidatos que nos hablen de renuncias necesarias, de necesarios compromisos, de la justa redistribución de las riquezas, del consumo responsable, de la responsabilidad solidaria…

Pero para que engañarnos, no se trata de llamarnos a la participación en tan importante jornada desde la responsabilidad y en plenitud de derechos y deberes, sino todo lo contrario, alistarnos en la irresponsabilidad de la obcecación, del vil comercio, de la dádiva, del particular beneficio, con un único fin, despojarnos de nuestra condición de ciudadanos para ser en la voluntad de los convocantes meros vasallos.

Es por ello que en la perruna voluntad de electores estamos además de alienados perfectamente alineados para el combate, insultándonos sin miramiento, refutándonos sin más razonamiento que el exabrupto, y riéndole las gracias al primer ocurrente que nos busque, por el simple hecho de que viste la camiseta de nuestro equipo. Y en ese absurdo trance permaneceremos ferozmente movilizados hasta que la noche del día en que éstas se resuelvan, alguien, qué más da quién, grite: “Rompan filas”, y volvamos cada uno a lo suyo, a cultivar rencorosa perplejidad para otra jornada de lucha en la que vamos a ser sin duda, y aún en la victoria, nuevamente derrotados.

José Alfonso Romero P.Seguín

4 comentarios:

  1. Estimado D. José Alfonso, veo que ha dado usted el salto y que, como era de esperar, se ha establecido abriendo local cara al público.

    Le deseo todo el éxito y la suerte que usted se merece y se gana día a día y sólo lamento que sus nuevas obligaciones le resten tiempo para continuar sus visitas a mi casa que siempre seguirá siendo la suya.

    Con toda cordialidad, amigo, adelante que usted tiene el don y logrará hacer de este blog un sitio de referencia obligada. Abrazos muy fuertes.

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  2. Estimado josé:

    De nuevo he de disculparme por el retraso, usted ya conoce el motivo, en prestarle la atención debida con un comentario a este su nuevo espacio, que parece quiere ofrecerse como un foro abierto a la opinión de cuestiones de actualidad.
    Le diré que su espíritu combativo no deja de sorprenderme, y me hace plantearme qué es esa cosa a la que se llama la juventud, si no será mas que para llamar a la ignorancia pubescente, que poco guarda de inocencia y mucho de presunciones.
    Yo he de confesarle que también compartí con usted las mismas inquietudes, fui joven, al igual que usted, hasta el extremo de plantearme la vida política como un ejercicio de responsabilidad moral a la que debía enfrentarme. Pero como le digo era joven, y en mi caso muy ingenuo, aquella etapa pasó. No entraré en la consideración de resolver si cada acto del hombre en sociedad es en sí un acto político, pues como le comento eso ya no me importa y ya no creo en ello, le dejaré esa cuestión a políticos y filósofos. Tan sólo sé que la política desde sus orígenes democráticos poco ha tenido que ver nunca con los hombres sabios de Aristóteles ni con los hombres libres de Rousseau. He soportado ya demasiadas decepciones y mi espíritu a diferencia de otros, no es infatigable, el desaliento se apoderó de mí hace tiempo, con lo que tomé la firme decisión de alejarme de ese territorio de centauros para refugiarme en la literatura.
    Admiro por ello su valor, le animo a que prosiga en su empresa y le apoyaré desde mi páramo con mi compañía, necesitamos voces firmes como la suya.

    Un fraternal abrazo, Jon...

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  3. Estimado García Francés:
    En su ausencia, espero que corta, he buscado refugio en este pliegue repliegue del universo bloggero, donde volcar afectos y desafectos sin ánimo de ofender pues en estos menesteres ofendidos estamos todos.
    De todos modos y que como ya le dije, espero su vuelta para deleitarme con esa imaginería de nuevo siglo de la que Ud. hace gala.
    La soldad no lleva amigo a la segregación y en materia de opinión deberíamos ser más que nunca todos en el acto de compartir y no de competir.
    Le deseo lo mejor.
    Reciba un fuerte abrazo.

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  4. Hola Jon:
    Decirle que si se ha liberado Ud. de ese veneno, no debería buscar la senda donde mora la sierpe, y aún que nace este espacio para el fin que Ud. indica, sabe que tenemos extraviados de referencias ciertas otros donde mejor atendernos, allí le espero y allí acudiré en el ánimo de compartir golpes de espíritu y no de víscera.
    Su exilio es hermoso, de él hablan sin lugar a dudas sus poemas, en ellos advierto la poderosa mano de lo intemporal de lo imperecedero, lo otro no es sino el derecho que le asiste y no sin razón.
    Yo siendo quizá más viejo que Ud. aquí ando a vueltas con lo viejo sin otro afán que el de consolarme en un ámbito en el que sé que no voy a hallar consuelo ni estético ni ético, pero en el que busco reconocerme y reconocer a los demás, cuando arrancados los ojos nos extraviamos en la ciega militancia.
    Reciba un fraternal abrazo

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