martes, 26 de octubre de 2010

DEIDADES DEMOCRÁTICAS


Los griegos quemaron sus mejores naves bajo el designio de un infausto rebaño de dioses, arquetipos mezquinos y rencorosos sumidos en constantes disputas e intrigas cortesanas que, no dudaban en hacer extensivas a la vida y la hacienda de los hombres. El divino paisaje se revelaba desolador para su futuro, sin embargo, cuando todo parecía perdido brotó de la mano de un grupo de hombres sabios una luz a la esperanza, la de la razón, el logos, el conocimiento, acabando con el mito que encarnaban los dioses y su carnada, los héroes, un maldición que les tenía atados a las entrañas de un mundo que se regía por la sinrazón de la idolatría.
La razón nos permitió narrar un mundo ajeno a aquel que describiera Homero, y sin embargo, a día de hoy hemos vuelto a decaer en la flaqueza de deificar y el vicio de lo heroico a la hora de valorar a ese conjunto de ciudadanos que nos gobiernan desde el Olimpo de la democracia. A su servicio y socorro acuden, sin atender a razones, los Homeros de los poderosos mass media que han apostado por ellos. De su mano se ensalza y ofende a unos y otros poniendo igual saña en la alabanza que en el insulto, de modo que en ambos casos los agrandan frente a los demás hombres. En esa vieja disyuntiva nos debatimos a la espera de que, de nuevo emerjan del silencio de la sabiduría, la ética y la independencia, un grupo de hombres capaces de alumbrar sino la razón, sí al menos el elemental sentido común.

martes, 19 de octubre de 2010

RESCATE Y ESPECTÁCULO



El rescate de los treinta y tres mineros chilenos profundiza en el arduo proceso de humanización a que nos debemos, en la medida en que sitúa el valor de la vida por encima de la mera rentabilidad económica. Apuesta que debería ser una constante en nuestras relaciones íntimas y sociales. Ningún objeto material o inmaterial puede estar por encima de nuestra vida y la de nuestros semejantes. Esencial regla que no siempre se cumple, de hecho, los mineros, como muchos otros trabajadores en todo el planeta, realizan faenas duras y arriesgadas al amparo sólo de su piel, fortaleza física y arrojo psíquico, en un acto de supremo egoísmo en el que la vida pierde la batalla frente a los valores que ordenan el mundo económico.
La mina trago a treinta y tres hombres desnudos, mal pagados y huérfanos de los más básicos instrumentos de seguridad en el trabajo, y ha devuelto a la luz de los días y los corazones queridos a un puñado de hombres que pertrechados de esa guisa más parecían astronautas que mineros.
Se habla de las secuelas físicas y psíquicas que van a padecer a causa de la dura experiencia vivida, y lo fue, pero no va a ser menos la de pasar de ser hijos del olvido a ser los hijos pródigos de políticos y magnates. El sofisticado despliegue de medios utilizados en el rescate y la teatralidad que lo rodea van a suponer para ellos un arcano de afecto difícilmente resoluble. Hay cariños que matan, seguramente porque no lo son.