lunes, 6 de mayo de 2013

CENANDO A BIEN LADEN



      Ayer mastiqué mientras cenaba un documental sobra la caza de Bin Laden. Finalmente no lo ajustició: ni Rambo, ni Seaguel, ni Norris... Nadie llamó al Equipo A. Nada tuvo que ver el Capitán América, tampoco Superman. Fue el Tío Sam.
      Quien no pensaría viendo la naturalidad con que lo aceptó que no era sino mera ficción, puro entrenamiento. Sin embargo, no era “pictures” de la Paramout, ni “telefilm” de la Metro, sino serial oficial.
       Tanto es así que oficiaba mister Obama, a través del brazo de la CIA y de la mano de uno de esos comandos para purgas silenciosas. Esos que todo americano sabe que están ahí para cuando les aflija algún desconsuelo exterior y culposo poder exclamar “os vais a cagar”. Teniendo la certeza de que va a ser así y no un brindis al sol. En una palabra, que aquel que por sus méritos o deméritos le toque se va a ver ciscado por esos hombres adiestradas en el mejor de los casos para lo peor.
       En este caso le tocó a Bin Laden, esa oveja descarriada de la CIA que a la CIA regresa envuelto en celuloide. No era bueno, es cierto, pero semejaba humano. Aunque quizá ni eso, quizá era solo el croquis de un cruzada torcida, un trazo curvo, en definitiva, en la recta misión de enderezar el mundo. Porque de eso se trata, de expender orden aunque sea a fuerza de desordenar.
       Lo asesinaron y luego enterraron según el rito de su creencia y a otra cosa. Mientras, yo solo he conseguido cenar triste, entristecer la cena.

4 comentarios:

  1. No he visto el documental, pero imagino la destreza de los buenos en dar caza al malo después de no sé cuántos años. Será cierto que la venganza se sirve fría. Fría y metálica. Siempre habrá episodios para los que no tengamos una opinión exacta, sobre todo debido a la sarta de desinformación que nos puede sobrevenir. Y tú seguramente te entristeces por no entender en su verdadera medida qué es lo que está pasando para que todo esto suceda. Seguramente.

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  2. Dice Cuarentañera que han diseñado una app para medir la intensidad del orgasmo. Yo creo que, en condiciones normales, debe ser incompatible disfrutar de una relación amorosa y estar pendiente del Iphon, tanto como inadecuado medir su intensidad mediante un artilugio que la distrae. En el mismo sentido, querido José Alfonso, creo incompatible darle adecuado alimento al cuerpo mientras se castiga al espíritu. Son cuestiones sobre las que debería de pronunciarse la medicina preventiva.
    Y como de incompatibilidades parece tratarse, encuentro igualmente incompatible posicionarse con los adalides exportadores de la modernidad y del bien homologado y mantenerse al margen de sus carencias éticas.
    Al fin, quizá uno deba aprender a sobrevivir en un mar de confusos sentimientos encontrados.
    Por eso resulta balsámico, consolador, escuchar reflexiones tan cargadas de dignidad y frescura como las tuyas.
    Un cordial y admirado saludo.

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  3. Efectivamente amigo, así es, la tristeza nace de esa difusa sensación que produce no entender, de no ser capaz de comprender la necesidad de ser terribles aun con los terribles.
    Gracias por tu voz y tus presencia.
    Recibe un fraternal abrazo.

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  4. Me abría echado a perder el orgasmo, fue la cena, que como bien dices es culpable de otros males, ya conoces el dicho, “de grandes cenas están la sepulturas llenas”, pero que no es merecedora de ese castigo. Ocurre amigo que fui presa de la fascinación que nos produce la terrible.
    Gracias por tu visita y por tus palabras.
    Recibe un fraternal abrazo.

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