domingo, 1 de diciembre de 2013

PAROT Y LA PARODIA

Alguien sintiéndose perjudicado por la decisión de un jefe le largo:. “¿o es tonto o es un hijo de …?: quiero pensar que es tonto”. Con menos contundencia pero si pesar me gustaría interrogar a los sucesivos gobiernos democráticos, presidentes y ministros de justicia a la cabeza, sobre que quieren que pensemos que eran cuando afirmaban en los funerales que los terroristas se iba a pudrir en el cárcel. Pese a saber que tras esa afirmación y las pomposas condenas de tres mil años se escondía la aplicación de un C. Penal que les iba a permitir, en colaboración con la fanfarria de la reinserción automatizada o autómata, salir tras cumplir no más de una decena de años.
¿Tiene sentido hablar de reinsertar o reeducar a aquel que no solo justifica sus crimines sino que permanece fiel a los principios y fines que lo llevaron a cometerlos y en el seno de la organización criminal que lo alentó?
Por todo ello afirmo que la Doctrina Parot no es sino un acto de justicia. Tanto es así que el T. de Estrasburgo debería mantenerla y a la par encausar por un delito contra los D. Humanos a quienes consintieron esa perversión, porque es perverso y delictivo desatender tan elementales derechos en las víctimas para atender por indolencia o maldad a las argucias legales del victimario. 

Me temo eso sí que “se la van a coger con papel de fumar”, como nuestros infumables políticos que se lo fuman todo, es más, que parece que estuviesen “fumados”.

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