martes, 13 de agosto de 2013

BENDITA MALDICIÓN


Dios expulsa al hombre del paraíso y le advierte: “Ganarás el pan con el sudor tu frente”. La exclusión como la condena supusieron la más alta dignidad que nos fue concedida, porque ganar el pan supone ganar también la libertad. Dejar de ser mamíferos estabulados en el paraíso para pasar a tomar posesión de la faz de la tierra. 
Ganarlo nos dignifica, con esfuerzo, aun más. Pero, en qué ha devenido finalmente esa maldición con que se nos bendijo, en una constante ida y venida entre la adopción y la expulsión de tan elemental derecho. Decretado, por cierto, por la lógica del universo a través de la boca de un  dios que no estaba lúcido, y menos aún en la naturaleza de todo y el pensar de todos. Sino cómo no ver que la maldición iba a ser conseguir acceder a él. 
El trabajo es responsabilidad individual y social no negocio. Compromiso del que no se nos puede expulsar, excepto que antes se nos haya expulsado de la vida, de la libertad, de la dignidad: ¿es eso?, ¡verdad!
La verdadera expulsión se ha consumado a través de la perversión de comercializar con la primera y última de nuestras responsabilidades: ganar el pan. Lo ha sido siempre, siempre propensa al mercadeo, a la injuriosa explotación, a la infamia, tanto que, paradojas de nuestra condición, nos hemos roto las manos y las bocas por hacerlo dentro del respeto a lo humano y ahora que íbamos camino de  conseguirlo, ¡qué pena!, lo que falta es humanidad y trabajo.

2 comentarios:

  1. Podría aplicarse aquel refrán o dicho o latiguillo que expresaban nuestros abuelos; haber hay moito pero está mal repartido.
    Y hay que decir que no siempre responde a los méritos contraídos sino a los favores traídos. Acabará el trabajo por ser un bien de interés a preservar y quien lo tenga podrá decir que tiene un tesoro.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Ninguna familia dejaría sin comer a uno de sus miembros por la escasez de alimento. Se reparte el trabajo, el esfuerzo y la comida. Solidaridad y respeto.

    Por eso, independientemente del modelo de sociedad que nos diseñen en el futuro, no podremos aceptar la exclusión de ninguna de las maneras. No puede haber paz si no hay un reparto equitativo de los recursos.
    El objetivo es permitir que todos puedan dar sentido a sus vidas y vivir en la equidad. Y si es sin trabajar… mejor. :-)

    Saludos.

    ResponderEliminar