jueves, 8 de agosto de 2013

PERSISTENCIA DE LA TRAGEDIA



Desde la antigua Grecia, al teatro romano, pasando por la parroquia  de Angrois, Santiago, se repite la tragedia. Asistida siempre por el frágil vigor de la vida y el sólido decaimiento de la muerte, con la civil fe de quien da de comer a los dioses y de pensar a los diablos: nunca tan terribles y funestos. 
No preside la existencia la vida sino la muerte. La vida es solo esa fragilidad que la asiste a fin de tejer sus seductoras urdimbres.
De nuevo ante el dantesco espectáculo se hacen eco en nuestros despavoridos ojos la estampa de la Ilión derribada. Rasgados sus adarves y masacrados sus habitantes.
No hay gloria en tal espanto, la guerra es hoy prisa, el resto, fatalidad, la de morir sentados a manos de la indolencia de esos hombres e ingenios a los que les es concedido conducirlos, como siempre ha sido, lo hizo Agamenón y también Príamo. Hoy, el conductor.
No se ha consumado un accidente sino la desdicha, espléndida en lo terrible de su esencia, cumpliéndose para un fin que se nos escapa pese a ser persistente en el discurrir de la existencia. 
La esperada, la temida, la odiada, la secretamente deseada está ahí otra vez. Y nadie va a elevar un hermoso canto épico. Nadie la va honrar en medida porque duele aún más que el dolor. Porque es aún  herida y no cicatriz, la que sin duda ha de marcar el rostro de la vida, para que no olvide la muerte que lo eterno de su esencia habita en lo efímero de nuestra trágica existencia

1 comentario:

  1. Me duele ver a tantos burócratas engreídos detrás de una mesa, viviendo muy bien bajo el pretexto de velar por nuestra seguridad, y que cuando llega la catástrofe se esconden detrás del desgraciado de turno. La sociedad necesita imperiosamente otra pedagogía de la responsabilidad.

    Con la muerte compito, codo con codo, y la conozco muy bien. Con la mía no me entretengo porque, como decía Federico, si no me preocupé de nacer no voy a hacerlo de morir. Sin embargo, cada día, en todo el mundo, las noticias de innumerables muertes violentas de inocentes me sobrecogen y echo en falta voces que más allá del periodismo, la religión, la política o la psicología, cumplan con la humana dimensión sobrenatural de tantísimo desconsuelo.

    Un saludo.

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