jueves, 8 de agosto de 2013

LO HUMANO Y LO MARCIANO



Marte es esa segunda residencia del clase media. El panteón del currito en casa materna. El club de provincias para el socio del “Barsa”. El cielo civil y laico del cristiano progre. La feliz pieza de repuesto en la infeliz avería. Una de las muchas caras ocultas de la siempre siniestra esperanza. Una tranquilidad, solo eso, que nos remedia de todo temor en el quehacer demiúrgico. De modo que no hay barbaridad que no conjuremos con la promesa de una dudosa mudanza interplanetaria.
A ese fin se buscan personas dispuestas a viajar a él sin billete de retorno. Y no son pocos los que se apuntan. Se van a arrepentir, y es que en Marte no atan los perros con humanidades, es más, es posible que por no haber no haya ni capitalismo. Comunismo sí, porque el comunismo es consustancial con todo aquello que adolece de propiedad, y él es impropio.
Pero como explicárselo, si no hay grandeza o rareza a la que no le observemos naturaleza extraplanetaria, refiriéndonos a él, que lo es por antonomasia.  
Vitalidades y virtudes que vienen de nosotros como de nosotros viene la estúpida tentación de ir pudriendo mundos en vez asear este.
Puede que para la humanidad suponga un avance. Pero tengo como Pessoa poca fe en la humanidad, cargada de ritos tan tercos y brutales como este de colonizarlo para un futuro sin presente, el del holocausto nuclear, que creo que no cuenta con nosotros. Quizá por lo “humano” de su condición, por su “humanidad”.

1 comentario:

  1. Siempre tan enriquecedor leerle.

    Parece consustancial a la naturaleza del hombre valorar lo importante cuando está lejos o cuando ya se ha perdido. Por suerte, algunas cosas permiten una segunda oportunidad, como el vino. Este sabe esperar mientras mejora para un futuro reencuentro. El pasado también mejora con el tiempo, pero en cambio nunca vuelve. Así, como hombre resignado a la fe de una humanidad imprescindible, quiero creer que Marte pudiera aportarnos la distancia necesaria para valorar un poco mejor a este planeta que deberíamos llamar “agua”.

    Un admirado saludo.

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